A los 96 años, murió Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo
Tenía 50 años cuando un hecho cambió la vida. Su hijo, Jorge Oscar Ogando y su compañera Stella Maris Montesano -que estaba embarazada- fueron secuestrados el 16 de octubre de 1976. 39 años más tarde, en 2015, encontró su nieto Martín.
"Cumplí mi promesa", dijo Delia Giovanola cuando, en 2015, encontró a su hijo. Habían pasado 39 años desde que comenzó a buscarlo. “Ese octubre del ‘76 me llama por teléfono a la escuela la hermana melliza de Stella y me dice: ‘Delia, se llevaron a los chicos’. No tenía la menor idea de qué me hablaba. ¿Quién los llevó? ¿Dónde? ¿Cómo? Era una pregunta tras otra. Y cada vez era peor la respuesta: terminé gritando y llorando en la dirección de la escuela. No entendía nada ni sabía nada. Yo hacía mucho que ya no vivía en La Plata, en la ciudad siempre hubo movilización estudiantil, eso lo viví toda mi vida. Pero acá en Ballester yo vivía en otro mundo, no existían las universidades, las luchas estudiantiles, nada. Y no entendía qué pasaba. Me fui a La Plata y me la traje a mi nieta Virginia a vivir con nosotros”, relató una vez Giovanela.
Virginia tenía 3 años y se quedó sola en la casa. Era la hija mayor de Jorge y Stella Maris, quien tenía un embarazo de 8 meses. Ambos eran militantes en el PRT-ERP.. Delia tenía entonces 50 años. Llevó a su nieta a vivir con ella y realizó una promesa que recién pudo muchos años después: iba a encontrar a su nieto. Y se convirtió en una de las 12 mujeres que fundaron Abuelas de Plaza de Mayo. "Cumplí con mi promesa de hace 39 años. Estoy feliz por poder decir ‘misión cumplida’”, dijo en 2015 luego de hallar a Martín, el nieto 118. }
"Enorme tristeza. Aún no caemos. Falleció Delia Giovanola, una de las fundadoras de Abuelas de Plaza de Mayo. Militante de la memoria, la verdad, la justicia y la alegría. En 2015, tras casi 40 años de lucha, pudo encontrar a su nieto Martín", anunciaron por Twitter desde la cuenta oficial de la organización.
Una vida de compromiso
Delia Giovanola nació en La Plata en 1926. Trabajó como maestra y bibliotecaria. A los 20 se casó con Jorge Narciso Ogando y tuvieron un hijo, Jorge Oscar Ogando. Enviudó siendo muy joven y se volvió a casar en 1968. Un año después de la desaparición de su hijo se jubiló para dedicarse a la crianza de su nieta Virginia.
"Al principio éramos como los padres, criando a una criatura de tres años. Eran días de no poder llorar, con ella chiquita. Un día, después de no sé cuánto tiempo de que se llevaron a los padres, mientras la acunaba a la noche para dormirla, me dice: ‘¿Abuela, hoy no llorás?’. Los chicos saben todo", contó en una nota refiriéndose a su nieta.
Alguna vez, tras haber dado con su nieto, confesó cómo vivía la búsqueda. "Cada vez que veía un chiquito lo seguía con la vista pensando ‘¿será mi nieto?’. Era muy dura la búsqueda”.
Recuerda cómo se gestó el movimiento de las Abuelas de Plaza de Mayo. "Entre las primerísimas madres, estaba Azucena Villaflor en la Plaza de Mayo, éramos muy poquitas y nos quedábamos paradas hablando, hasta que los militares con armas largas nos dicen ‘no pueden estar paradas, hay estado de sitio tienen que circular’. Y ahí empezamos a circular y, qué ironía, fueron ellos quienes nos obligaron a hacer la ronda. La verdad es que yo cuento la historia desde mis vivencias y mis recuerdos: yo busqué primero a mi hijo y mi nuera y después al nieto”.
Durante todo el tiempo que duró esa búsqueda, se enteró de que su nieto había nacido en un centro clandestino de detención. Incluso llegó a saber cómo Stella se ocupó de que el padre del niño supiera que Martín había nacido: conservó un trozo de cordón umbilical que llegó a Jorge a través de otros detenidos.
Virginia acompañó a Delia en su incansable búsqueda e incluso donó sangre al Banco de datos genéticos, pero no llegó a conocer a su hermano ya que se quitó la vida n 2011 cuando tenía 38 años. Un gran golpe para Delia, a quien sus pares recuerdan como una mujer "llena de vitalidad y de entusiasmo hasta el último suspiro, graciosa, irónica, espontánea, de convicciones firmes, vecina ilustre de San Martín".
Sus compañeras cuentan que ella solía repetir que "La vida me dio y me sacó, me castigó pero fui feliz”.