Rosa Torino habló de un "complot" para destruir su obra

Salta- El sacerdote Agustín Rosa Torino declaró en el juicio por abuso sexual.Apuntó contra quienes lo denunciaron, a los que fueron parte del juicio canónico y a la prensa.



En la última audiencia de debate antes de la sentencia que se conocerá hoy en el juicio por abuso sexual en su contra, declaró el cura Agustín Rosa Torino. El "aún sacerdote" como lo remarcó, se declaró inocente de todas las "acusaciones y mentiras". Aseveró que el objetivo fue "destruir la obra" y habló de un "complot" en su contra.



La declaración, por momentos, pareció ser una homilía y hasta terminó con una bendición de "Jesús y María" hacia el "estimado Tribunal". Sin embargo, no todas fueron bendiciones y el religioso tuvo tramos de enojo con "el grupo que miente" y hasta con la prensa. También apuntó contra el sacerdote que le inició el proceso canónico, un juicio interno de la Iglesia que culminó con el cierre del Instituto Discípulos de Jesús de San Juan Bautista, que había fundado y dirigía.



Durante las ocho audiencias anteriores Rosa Torino se limitó a guardar silencio o hacer anotaciones, por lo que su declaración fue una sorpresa de último momento. "Soy inocente. No me defendí antes porque muchos de los hechos que fueron diciendo no los conocía", aclaró.



El inicio de su testimonio, que duró cerca de una hora, fue un repaso por su vida religiosa y su vocación. "Amo a la Iglesia y deseo morir dentro de la Iglesia. Nosotros no debemos ser servidos, nosotros debemos servir" indicó para autocalificarse como un "servidor de Dios". Resaltó que los hábitos de su congregación eran marrones "como un delantal".



Su autodefensa se basó principalmente en destacar sus "obras", entre las que nombró la fundación de un colegio en Las Lajitas. Afirmó que hubo hasta 500 miembros en el Instituto y que llegó a lugares "donde no llegaban ni las ratas". Dijo que a la organización también asistían, "jóvenes de familias humildes", a quienes "ayudaba".



Para el sacerdote, las denuncias son un "complot para destruir la obra". Con respecto a los denunciantes, aseveró que siente "tristeza". Aseguró que Yair Gyurkovitz, uno de los jóvenes que declaró que sufrió abusos de su parte cuando era novicio, lo "estima" y que él siente cariño por Valeria Zarsa, la mujer que lo denunció por hechos que sufrió cuando era monja. "Rezábamos juntos", aseveró.



Rosa Torino además intentó relativizar las tres denuncias por las que llegó a juicio al decir que eran "todas iguales". Cargó contra el sacerdote de la diócesis de San Isidro Ignacio Dodds, quien acompañó a las víctimas a realizar las denuncias, y contra Juan Bo, exhermano de la orden que fue denunciante en el proceso canónico.



"Lo escuchaba al padre Dodds y me dolió. Amo a la iglesia, pero hay hombres muy débiles, ese padre mintió mucho, nunca fue a Garín a visitar a nadie, él fue a buscar a esos jóvenes . Es quién encendió la mecha", indicó.



El sacerdote, que insistió que en el Instituto "nadie era superior", sino "todos servidores". "Muchos querían estar al lado mío, no como colaboradores, sino como trepadores", consideró.



La ofrenda



Agustín Rosa Torino indicó que interpreta lo sucedido como una ofrenda suya a Dios. "Mienten. Interiormente ofrecí al Señor todo esto. Pregúntenle a cualquier gente, a la bollera... Muchos me decían: no permita padre, se está llenando la iglesia de mercachifles", aseguró.



Antes, un exmiembro de la congregación relató que durante una confesión Rosa le preguntó "si se masturbaba". El cura desmintió y argumentó que él "no puede confesar a un súbdito". Aseguró que al escuchar a su exsúbdito pensó: "Para ti Señor estas flores".



Luego habló de sus nueve meses en la cárcel, "Estuve en un cuartito de 3 x 2. Se llevaron todo, no tengo nada a mi nombre, no tengo dónde caerme muerto. Pero confío en Dios y no me falta nada. Mis hermanos no se perdieron un solo día de visita desde que estuve preso", manifestó. Sin embargo, luego se lamentó de que debía ir al súper para "comprar cositas" porque no tiene "nadie que se preocupe" por él y dijo que sufre hostigamiento.



También cuestionó a los medios de comunicación. "El periodismo me destruyó a pesar de que muchos saben que soy honorable, tienen fuerza, doblegan voluntades... Yo no tuve el apoyo que tuvo esta gente de Mónica Lewin", dijo, en referencia a la periodista de TN que hizo público el caso. "Zarsa dejó de ser católica para ponerse un pañuelo verde y tener el apoyo", opinó.



“Mi mamá fue a buscarme y le dijeron que yo no estaba”



Antes de que declarara Rosa Torino testificó un exintegrante de la comunidad religiosa, J. M., que se quedó tan solo por seis meses. El hombre explicó que comenzaron a “incomodarle” algunas situaciones. “En mi primera confesión, a los 19 años, me indagaron sobre modos, métodos de masturbación, uso de elementos, lugares donde yo había estimulado mi cuerpo en cierto modo. A esa edad temprana desconocía muchas de esas situaciones o métodos que podían llevar a la estimulación”, aseveró.

Otra de las cosas que “lo incomodaron”, fue la “demonización del afuera... como que querían destruir la obra” y el “hermetismo que aumentaba el misticismo”, en referencia al aislamiento de los miembros para con sus familias. “Un día escuché la voz de mi mamá, que fue a buscarme y le dijeron que me habían trasladado”, ejemplificó.

Ante sus “incomodidades”, el hombre indicó que pidió salir del Instituto y que lo enviaron a Payogasta, donde había delegación del instituto. “Un día llegó el cura (Rosa Torino) y le pedí que me confiese, le conté que un miembro se me había insinuado. Me preguntó si se me paraba y me dijo que lo importante era que se parara cuando uno quisiera”, contó.



Posteriormente, indicó que luego del almuerzo y, al ayudarlo a quitarse las vestiduras, el sacerdote, en remera y calzoncillo, lo invitó a dormir la siesta con él, propuesta que rechazó. Ese día, indicó, decidió abandonar la congregación a la madrugada e irse a la casa de un matrimonio llamado Tula, en la calle Acevedo. 

Luego, Sergio “Josué” Salas lo “recaptó”, y le dijo que le darían sus documentos. Le hizo “jurar ante el santísimo” que “nunca hablaría de lo que vio en la comunidad, pero yo no sabía qué vi”, destacó.

Además resaltó que había manipulaciones para evitar que los integrantes de la congregación abandonaran. “Nos decían frases bíblicas, éramos jóvenes de 18 a 20 años empezando a vivir, y siempre estaba el fantasma de ‘el Padre conoce tus secretos’”, dijo, y recordó mensajes subliminales, como caricaturas colgadas en paredes que apuntaban al mensaje de “el Padre lo sabe     todo”.

La defensa de Agustín Rosa Torino le preguntó por qué continuó visitando el instituto religioso luego de todos los hechos que relató. “Porque quería mostrarles que volví al mundo y no me volví adicto ni alcohólico ni era un delincuente, como ellos decían que pasaría. Había vuelto al mundo y hoy con orgullo puedo decir que lo logré, me casé tengo 4 hijos y puedo afrontar mi vida , volví para mostrarles que no me perdí”, aseveró, quebrado en llanto, el hombre que aseguro aún tener “vocación sacerdotal”.


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