40 años de prisión para un profesor de artes marciales que cometió 124 abusos sexuales
El Tribunal Oral en lo Criminal y Correccional N°1 dio a conocer los fundamentos de la condena a 40 años de prisión para un profesor de artes marciales de 51 años que abusó sexualmente de cinco adolescentes.
La Justicia porteña acaba de dar los fundamentos de la dura condena que recibió un profesor de artes marciales a quien se sentenció por haber abusado sexualmente de cinco adolescentes.
“Se valió de su inteligencia, su actividad y su rol como profesor, de una estrategia cuidadosamente diseñada, para acceder a sus víctimas”, sostuvo el juez Adrián Perez Lance en el voto al que adhirieron sus colegas Fernando Ramírez y Luis Salas. En el debate, intervino el fiscal Guillermo Morosi y la auxiliar fiscal Jazmín Auat, en representación de la Fiscalía General Nº 1, que habían solicitado el mismo monto de pena.
Las situaciones por las que F.B (no se menciona su nombre completo para proteger a los damnificados) fue condenado involucraron abusos sexuales de los que fueron víctimas cinco jóvenes a lo largo de varios meses y, en algunos casos, años. Además de los abusos sexuales con acceso carnal (algunos de ellos agravados por haberse aprovechado el hombre de la convivencia que tenía con las víctimas), los jueces lo consideraron responsable por el delito de “producción de material pornográfico de niños” y por “promoción de la corrupción agravada” con respecto a dos de los jóvenes.
En esa línea, y de acuerdo a lo que se evaluó de los testimonios de las víctimas y las pruebas incorporadas durante el juicio, el Tribunal consideró a F.B responsable por 124 prácticas de abuso sexual durante diez años más cuatro hechos sin acceso carnal. En el debate, la fiscalía contó con la colaboración de la Dirección General de Acompañamiento, Orientación y Protección a las Víctimas (DOVIC) del Ministerio Público Fiscal.
Además de la condena, el Tribunal dispuso que una vez que la sentencia quede firme se deberá llevar adelante la extracción del perfil genético del hombre para que sea remitido al Banco de Datos Genéticos, de acuerdo a la ley 26.879 que creó el Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a Delitos contra la Integridad Sexual.
"Imponiendo su figura de profesor de artes marciales, presuntamente entrenado como comando militar, simultáneamente los comenzaba a seducir con la otra faceta del modelaje y la fotografía".
Bozal siniestro
Para los jueces, F.B desplegó diversos ataques a la integridad sexual de los jóvenes especialmente en la casa de Palermo donde vivía, aunque también se registraron abusos en otros domicilios. Sin bien no todos los adolescentes sufrieron el mismo tipo de agresiones, los hechos que los tuvieron como víctimas tuvieron varios factores en común, además de haber sido perpetrados por la misma persona.
En su voto, el juez Pérez Lance hizo hincapié en la forma en que se debía analizar tanto la prueba como los testimonios y en la importancia de observar las situaciones de manera integral, más en este tipo de casos, ya que los abusos suelen llevarse a cabo en un contexto de intimidad. “Los protagonistas persiguen la satisfacción que procuran a través del contacto con sus víctimas, ocultando sus actos y escondiéndolos de cualquier posible revelación de los abusados, a quienes someten no sólo sexualmente sino también en su todavía inmadura capacidad de decisión o respuesta, cancelando la develación a través del miedo, la intimidación, el uso de una situación prevalente o cierta seducción inicial que luego se vuelve un bozal siniestro”, explicó.
Sostuvo luego que F.B abordó a dos de las víctimas (que son hermanos entre sí y a su vez hijos de una ex pareja del acusado) cuando todavía eran niños. “Aunque las prácticas continuaron después de cumplir los trece años de edad, el causante fue intercalando la seducción y el dominio basado en una clara asimetría etaria y su rol de instructor de artes marciales mixtas, además de utilizar herramientas indirectas con mensajes insistentes o directamente atemorizantes, enviados a través de redes sociales por supuestos hijos suyos u otros ‘modelos’ que intentaban convencerlos de las ventajas económicas de aquella actividad”, remarcó.
Además de profesor, el hombre decía tener un estudio de fotografía y parte de su estrategia para captar a las víctimas consistía en convencerlas para sacarles fotos a cambio de dinero y hacerlas participar de “talleres” que no eran más que encuentros donde abusaba sexualmente de ellos. Durante el debate se pudo corroborar que el hombre produjo fotos y filmaciones de algunos de los jóvenes que habían sido víctimas de los abusos.
Esa situación donde se mezclaban tanto amenazas (desde cuentas en redes sociales inventadas por el propio F.B) como promesas se repitió con otras dos víctimas, que fueron abusadas a sus 15 años y entre los 14 y los 16, respectivamente. El quinto damnificado fue acosado también a sus 14 años pero logró ponerle un freno a la situación para escapar, según describió el tribunal, “de la telaraña que montaba” el acusado.
"No hay nada que explique semejante empresa criminal de su parte. No hay ningún antecedente vital que permita comprender por qué eligió desahogar sus instintos sexuales con personas tan dispares y tan vulnerables como los niños".