"Actitud asesina": la tajante definición de un experto sobre el asesinato de Fernando Báez Sosa

El psicólogo Marcelo Rodríguez Ceberio se refiere a la gran cantidad de episodios violentos que se difunden a diario. Hace foco en el caso Fernando Báez Sosa y explica qué hay detrás de estos ataques.



"Lo primero que se me viene a la cabeza es un episodio en el que dos mujeres se agarraban a piñas a la salida de un colegio", confiesa Marcelo Rodríguez Ceberio al ser consultado sobre episodios de violencia entre los adolescentes. Es doctor en Psicología, psicoterapeuta, escritor y conferencista. El tema de la violencia le preocupa especialmente. "Es un fenómeno complejo, con multiplicidad de factores sociales, económicos, familiares y biológicos", dice luego de aclarar que no ha crecido en los últimos 20 años aunque sí han cambiado "las formas de visualización y ahora toma relevancia porque hay denuncias en paralelo al caso Báez Sosa". 



Los excesos de violencia ocurren a diario. A tres años del asesinato de Fernando Báez Sosa, mientras en Dolores se lleva adelante el juicio, circulan en redes sociales videos con golpizas de jóvenes en las cuáles, muchas veces, hay heridos de gravedad. Rodríguez Ceberio se refiere a estos episodios como violencia rimbombante en la que está "la trompada, la piña, lo que deja marca". La diferencia de la violencia silenciosa "que horada día a día relaciones como por ejemplo el bullying, el maltrato, la ironía, los gestos descalificantes, la desvalorización, la segregación". 



Afirma que este tipo de violencia silenciosa puede escalar y convertirse en violencia rimbombante, declara, además, que "es tan nociva como ésta". El experto habla de violencia en diversos ámbitos: social, escolar, familiar y conyugal. Se detiene particularmente en los jóvenes. "¿Qué pasa con los adolescentes?", se pregunta Rodríguez Cebeiro para empezar a desentrañar la madeja de violencia. 



La sociedad, la familia y el ser: tres círculos que pueden potenciar la violencia



Rodríguez Ceberio delinea tres ámbitos que pueden potenciar la violencia. No la circunscribe a ninguno de ellos, al contrario: todo el tiempo habla de la multiplicidad de factores que se ponen en juego para que una persona tenga actitudes violentas, ya sea silenciosa o rimbombante. 



"No hay patrones claramente identificatorios saludables. Es decir, no hay figuras con las que los adolescentes se puedan identificar bien. Tal vez algún deportista o alguna estrella de rock, pero políticamente no hay nadie que sea un ícono de honestidad", sentencia y sigue: "Esto también corroe y lleva a la violencia". 



Enseguida, llama la atención sobre el peligro de hacer una lectura lineal según la cuál los jóvenes son violentos por practicar deportes como rugby o boxeo. "No. No es así. Lo que hay son situaciones familiares donde hay hogares violentos, posiblemente con situaciones de violencia silenciosa y los chicos se convierten en una especie de polvorín que en algún momento estalla. Puede ser que no sea en la casa sino con amigos o haciendo episodios en la escuela", explica y comenta que "en muchos casos logran canalizar la violencia en la cuestión deportiva y se normativizan bien".



Según el experto es importante indagar en el ámbito familiar. "A veces hay acumulación de conflictividad, de violencia, de bronca". Sin embargo, no se limita a los vínculos sino que hace foco en lo que denomina "factor biológico".



"El adolescente 'macho' tiene un caudal de muchísima testosterona que es una hormona de iniciativa, de creatividad, pero también de agresividad.  Y hay otra hormona que es la vasopresina, que tiene que ver con la defensa del territorio. Esto hace que anden en banda, que defiendan a su grupo, y esto es un emergente hormonal muy fuerte que aparece ligado a situaciones de estrés en las que se genera cortisol", explica.



Enseguida sintetiza la idea: "Cortisol más vasopresina más testosterona es una bomba de tiempo", asegura y agrega que "el lóbulo orbitario o prefrontal, inhibidor de los impulsos, que recién se termina de desarrollar a los 21 años. Entonces la ecuación entre la suma de estas tres hormonas y la falta de control de los impulsos con un hogar deficiente en la puesta de límites es un cóctel nitroglicerínico. Y explota por cualquier lado". 



La ansiedad por ser parte y mostrarlo todo



Rodríguez Ceberio habla de la angustia de perderse las cosas (FOMO - fear of missing out) y detalla que "es un fenómeno por el que todo debe subirse a las redes minuto a minuto por una cuestión de ostentación narcisista". Explica que todo lo contamos y que "hoy se sube a las redes al instante, sobre todo es una actitud de los 'machos alfa' como para decir: 'nuestra banda es poderosa'". "Hay una necesidad de mostrar la fortaleza como indicador de poder", señala. 



Cree que esta actitud tiende a ser una forma de "llenar los agujeros afectivos que estas personas tienen y la impotencia que generan las situaciones familiares", e insiste en que no se trata de cargar la responsabilidad en los padres sino en que es un tema complejo y que muchas veces hay situaciones beligerantes.  



Vuelve a hacer foco en el caso de Fernando Báez Sosa que conmueve a la sociedad. "Estos chicos tuvieron una actitud asesina. El pibe estaba tirado en el piso, casi muerto, y le seguían pateando la cabeza", describe y acota: "Antes en las peleas había códigos, si alguien se caía al piso ya nadie lo tocaba. Hoy ese código no existe. Ahí ya es una violencia asesina".  



El psicólogo explica que "lo que se activa en una pelea es una reacción amigdalina -la amígdala es conocida como 'el órgano de las emociones'-. Estos pibes tuvieron una reacción amigdalina que debería 'dialogar' con el lóbulo obitario que controla los impulsos, pero en la situación estresante y con todas las hormonas a flor de piel, no tiene control". 



El rol de la familia: cómo acompañar a los jóvenes



El especialista insiste en el rol de la familia. Señala que es clave fomentar la comunicación y enumera los tres primeros puntos del compendio de 35 consejos para padres que realizó junto a un grupo interdisciplinario a partir de las recomendaciones que profesionales de diversas áreas daban a las familias. o



Expresar el amor



Poner límites



Favorecer la comunicación



"No hay que acercarse a los ´pibes para decirles lo que a uno le interesa o a sermonearlos sino que hay que escucharlos, hablar de lo que a ellos les interesa para poder después llegar a lo que uno quiere hablar", explica Rodríguez Ceberio y concluye: "También hay que tener límites claros, saber decir que no y sostenerlo".



 



mdz


Esta nota habla de:
Más de Nacionales