Dolarización

Javier Milei: la dolarización y sus efectos en la inflación, sueldos y depósitos

A raíz del creciente debate en torno de esta idea, vale repasar los ejes de esta propuesta, sus antecedentes, la experiencia en otros países y los argumentos a favor y en contra

El creciente debate sobre la dolarización vuelve imprescindible tratar de comprender cómo se llevaría adelante esta reforma en la Argentina y qué consecuencias tendría.



Por supuesto que no hay una sola receta, ya que hay varios economistas que estudiaron durante varios años este camino que, en América latina, adoptaron Panamá, El Salvador y Ecuador, con diferentes consecuencias. Hay otros casos, más controvertidos, como el de Zimbabue, con muchas y venidas en las últimas décadas.



¿Cuáles son los pasos que habría que dar, a qué tipo de cambio se dolarizaría, qué pasaría con los bancos comerciales y el Banco Central, qué efecto tendría sobre los salarios y la inflación?



Aquí, algunas respuestas, no concluyentes, a estos interrogantes:



-Cómo dolarizar. Los economistas Emilio Ocampo y Nicolás Cachanosky propusieron “adoptar el dólar como moneda de curso legal, permitir la libre competencia de monedas y reformar el sistema bancario, de manera que el poder político no pueda confiscar más los ahorros de los argentinos”. Con este fin, “el dólar sería el numerario (o unidad de cuenta y la moneda con la que se pagarían los impuestos”, aunque la gente tendría la libertad para realizar contratos en cualquier moneda, física o digital. Para lograrlo, “la dolarización requiere convertir toda la oferta monetaria de pesos a dólares”, no solo el dinero circulante, sino también los depósitos en los bancos. Esto significaría “canjear todos los pesos en circulación por las reservas netas en el Banco Central a un tipo de cambio fijado, de conversión, y el segundo re denominar la moneda de todos los depósitos bancarios”. Este tipo de cambio resultaría de la división entre la base monetaria y las reservas de libre disponibilidad.



Por su parte, Alfredo Romano, otro experto en dolarización consideró también que sería necesario “rescatar la base monetaria” al valor del billete CCL que “13.500 millones de dólares”. Romano cree que se podría dolarizar al valor del CCL, pero otros, como el ex ministro Hernán Lacunza, sostienen que implicaría llevar el dólar a $3.000.



 



El orden fiscal



-Qué otras reformas son necesarias: los autores que promueven la dolarización sostienen que es imprescindible el orden fiscal y, por lo tanto, la eliminación del Banco Central como instrumento de financiación del fisco, tal como propone el precandidato Javier Milei. Ocampo-Cachanosky agregaron que, para evitar la experiencia de Ecuador con Rafael Correa, también hay que evitar que el gobierno argentino pueda confiscar, como lo hizo en el pasado, los depósitos de los ahorristas para financiarse de esa manera alternativa.



“La dolarización tiene que venir enmarcada en un programa profundo de reformas que permitan dotar de un alto grado de credibilidad al gobierno de turno. Dolarización sola no alcanza, pero sin dolarización tampoco va a alcanzar. Por ende, es dolarización sumada a un paquete de reformas fiscales que prioricen el equilibrio fiscal primario rápidamente y la reducción del Estado en términos de producto bruto durante 10 años, llevándolo desde el 40% de la actualidad a un 30%-33% como tienen varios países latinos”, indicó Romano.



En este sentido, Ocampo-Cachanosky indicaron que “bajo una dolarización oficial, el default de la deuda es siempre una opción disponible para el gobierno, pero su frecuencia necesariamente será menor” y “las agencias calificadoras de riesgo y los inversores internacionales impondrían un límite a una estrategia de default recurrente; tarde o temprano, no quedaría más opción que la sustentabilidad fiscal”.



-Quiénes están a favor y en contra. El economista e historiador Gerardo Della Paolera señaló qué grupos podrían estar a favor y quiénes en contra de esta opción. “¿Quiénes se oponen? La clase política, el gobierno federal, porque se queda sin la capacidad de insistir con el impuesto inflacionario, y los banqueros. Los banqueros argentinos no son banqueros, son un agente de captación de depósitos para el Gobierno, para colocar Leliq. Si bien me formé en Chicago y me considero un economista neoclásico, esto no es ideológico, hago economía positiva. Como está funcionando, la diferencia entre tener una banca privada o que se estatice es cero. ¿Qué crédito le está dando al sector privado? Cero. Es así de chiquito. El impuesto inflacionario lo comparten el Gobierno y los bancos”, señaló en una entrevista con la revista Apertura. “Las condiciones iniciales que tiene que tener en cuenta el ministro que llegue al gobierno son: uno, el país no tiene moneda. Dos: el país no tiene mercado doméstico de capitales. Tres: no existe la inversión. Cuatro: la presión impositiva es desopilante. Quinto: la pobreza es galopante. Esa es la cancha marcada. Si se equivoca, el hilo es sumamente delgado para que no explote”.



“No hay ninguna economía que pueda progresar sin moneda y sin mercado de capitales. No se puede poner el carro delante del caballo. ¿Qué prefiere la gente? ¿Ganar en pesos o en dólares? Ganar en una moneda que pierde 1,5 por ciento de su valor por año y no 60 por ciento. No creo que los trabajadores estén en contra de ganar en una moneda en la que no te roben como te roba sistemáticamente la clase política. Además, hay circulante constipado, en cajas de seguridad y el colchón. El 90 por ciento de eso está en dólares. Es un tema casi sociológico”, indicó el ex rector de la UTDT.



Los antecedentes



-Cuáles son los antecedentes: en el gobierno de Carlos Menem se encararon negociaciones con Estados Unidos para intentar un acuerdo que llevara a la dolarización de la economía argentina. Lo llevó adelante el equipo de Roque Fernández y se dialogó con el Tesoro de EEUU y el Fondo Monetario Internacional (FMI), a través del secretario de Hacienda, Pablo Guidotti, quien consideró diferentes cuestiones en aquellas circunstancias en las que la Argentina tenía un régimen de convertibilidad.



Si bien hubo algunas voces a favor, individuales, entre dirigentes políticos de EEUU, las diferencias abismales entre ambas economías llevaron a descartar la idea. Menem, por impulso del presidente del BCRA Pedro Pou, impulsó una dolarización unilateral, pero el equipo económico de Roque Fernández pensaba que no existía la voluntad política mayoritaria a nivel local para llevar adelante semejante cambio. El economista Steve Hanke de la Universidad Johns Hopkins consideraba que, dada su larga historia de desorden fiscal y alta inflación, la Argentina debía dolarizar en forma unilateral, sin necesidad de pensar en un convenio con Washington. Además, creía que la convertibilidad dejaba margen para la discrecionalidad y por eso era necesario abolir directamente la moneda nacional. En cambio, Stanley Fischer, el influyente número 2 del FMI, creía que la rigidez cambiaria era un problema para la Argentina y, por lo tanto, había que trabajar sobre las causas fiscales y no atar al país a una moneda de un país con otro ciclo económico.



Dos décadas después, mientras el gobierno de Mauricio Macri negociaba con el FMI, la cuestión resurgió. Larry Kudlow, uno de los principales asesores económicos de Donald Trump, insistió sobre el tema: “La única salida para el dilema argentino es un sistema de convertibilidad. El peso se vincula al dólar, pero puedes crear un nuevo y único peso”. Si bien el equipo económico de Macri no recogió el guante -tampoco el Tesoro ni la Reserva Federal- algunos economistas argentinos sí lo hicieron: “Creo que no es una mala idea para la Argentina dado que los argentinos se dolarizan”, dijo Guillermo Calvo.



Tras la explosión de la convertibilidad, mientras algunos defendían la flotación “sucia” del tipo de cambio, otros pensaban que el país debía optar por abandonar su divisa, pero ningún gobierno consideró esta opción como una alternativa de peso.



 



El efecto sobre la gente



-Qué efecto tendría: los defensores de esta transformación afirman que la dolarización generaría una gran baja de la inflación, mientras que los críticos (Eduardo Levy Yeyati, entre otros) afirman que, en el medio, el país sería sometido a otra fuerte licuación y a una hiperinflación, con un brutal salto de la pobreza desde niveles ya muy altos. Los países que dolarizaron en América latina, efectivamente, muestran niveles bajos de inflación (el último año El Salvador registró 6,1%, Ecuador 2,9% y Panamá 1,4%), pero también países no dolarizados registraron inflación baja y en descenso respecto del año pasado: México 6,8%, Brasil 5,6% y Bolivia 2,5%.



-Qué pasaría con los depósitos de los bancoshay diferentes propuestas, algunas de banca completamente “off shore” –poco realista para economistas como Ocampo- y otras “mixtas”, con bancos que sean controlados –sobre todo por cuestiones relativas al lavado de dinero y financiamiento del terrorismo- por un ente de regulación pública, como una Superintendencia de Entidades Financieras.



-¿Qué países o territorios no tienen un banco central en el mundo?: dos principados, Andorra y Mónaco y cinco naciones de Oceanía: Kiribati, Islas Marshall, Micronesia, Nauru y Tuvalu. Los tres países que dolarizaron su moneda en América latina sí tienen entidades centrales, aunque por supuesto no imprimen moneda.



-¿Por qué varios economistas se oponen a la dolarización?: Consideran que el desastre fiscal e inflacionario se arregla con el cumplimiento a las reglas que siguen la mayoría de los países del mundo, que pudieron dejar atrás el flagelo de la inflación alta, y no con otro ejemplo de que la Argentina, “es diferente”. Además, creen que el país perdería su capacidad para reducir el efecto negativo de shocks externos, como ocurrió cuando el tipo de cambio se apreció durante la segunda mitad de la convertibilidad y, sobre todo, cuando otros países devaluaron –en particular Brasil en 1999- y llevaron a que el peso argentino se apreciara y la economía perdiera competitividad.



Su viabilidad política



-¿Tiene viabilidad política la dolarización? No hay referente político importante en la Argentina, salvo Javier Milei, que la defienda y, como todo cambio, por supuesto necesitaría de un importante respaldo político simbólico y práctico en el Congreso Nacional para llevar adelante las reformas que implica. En el parlamento solo el diputado de JxC Alejandro Cacace presentó un proyecto en 2022 que establece “el dólar de los Estados Unidos de América como moneda de curso legal de la República Argentina” y generó una amplia polémica en la coalición opositora.



-¿Es imposible pensar en una dolarización?: No; como mostraron las reformas de los 90, dirigentes políticos –y sindicalistas- del peronismo que previamente defendían un estado grande (y hasta se opusieron a las tímidas reformas económicas en el gobierno de Raúl Alfonsín que propuso Rodolfo Terragno), luego con Menem apoyaron las privatizaciones y la convertibilidad. Rota la convertibilidad, volvieron a defender todo lo contrario. (Martín Kanenguiser/Infobae)


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