Salud en crisis: Argentina gasta el 9% del PBI, pero sigue lejos de Taiwán y Australia
Aunque Argentina destina un 9% del PBI a salud -similar o incluso superior a países como Australia, Países Bajos o Corea del Sur- los resultados distan de ser comparables. La esperanza de vida es más baja, la mortalidad infantil sigue elevada en algunas regiones y el acceso a servicios de calidad es desigual. La falta de articulación entre sectores público, obras sociales y prepagas, sumado a la ausencia de inversión en atención primaria y control estatal ineficiente, profundiza la crisis sanitaria.
Argentina invierte en salud casi el mismo porcentaje del PBI que potencias como Australia o Países Bajos, y más que Corea del Sur y Taiwán. Sin embargo, la eficiencia del sistema dista enormemente. La esperanza de vida en el país es de 76 años, inferior al promedio de la OCDE, y la mortalidad infantil aún representa un desafío, especialmente en provincias del norte.
Según el informe "Mirror 2024" del Commonwealth Fund, los sistemas más efectivos comparten tres características: cobertura universal real, fuerte apuesta por la atención primaria y una administración ágil. Ninguna de estas tres se cumple cabalmente en el caso argentino, donde la fragmentación y la inequidad dominan la escena.
Fragmentación, desigualdad y escaso control estatal
El sistema argentino está dividido entre el sector público, las obras sociales y la medicina prepaga, sin una articulación efectiva. Esto provoca superposición de funciones, ineficiencia administrativa y diferencias abismales en el acceso y la calidad según la condición socioeconómica del paciente.
Juan M. Ibarguren, de CAMEOF, señala que a diferencia de países como Australia, donde el Estado actúa como regulador y evaluador de resultados, en Argentina el control estatal es meramente normativo y sin impacto real. Las provincias, responsables de los sistemas locales, dependen de fondos nacionales distribuidos muchas veces con criterios políticos antes que técnicos, acentuando las desigualdades.
Obras sociales en crisis y prepagas desbordadas
Tanto las obras sociales provinciales como las sindicales arrastran déficits financieros, mala gestión y falta de transparencia. A eso se suma la sobrecarga del sistema público y el desgaste de las prepagas, que, aunque se consolidaron, pagan aranceles bajos y enfrentan dificultades para sostener clínicas, insumos y profesionales.
Mientras en países como Corea del Sur o Taiwán el seguro privado actúa como complemento, en Argentina se vuelve indispensable para buena parte de la clase media, ante un sistema público colapsado. El resultado es un sistema de salud que gasta mucho, pero devuelve poco.
Frente a esto, el fortalecimiento de la atención primaria, una reforma estructural de la coparticipación sanitaria y un mayor control del gasto son condiciones necesarias para transformar la realidad.