Un nuevo informe revela que el ARA San Juan pasó a 5 millas de la zona marítima de Malvinas

Según ese informe, el submarino que se encuentra desaparecido desde el 15 de noviembre último, participó de una misión con toda la flota de la Armada, en el mayor ejercicio naval desplegado desde 1983.

El submarino no partió desde el Atlántico Sur hacia Mar del Plata en solitario. Más bien lo contrario. Toda la flota de la Marina argentina navegaba por la zona. Buques, corbetas, lanchas patrulleros con buzos tácticos y hasta aeronaves, se ejercitaban junto al ARA San Juan en el mayor ejercicio naval de desplegado por la Armada desde 1983. Incluso, el submarino desaparecido participó de la operación de mayor riesgo militar en ese plan conjunto cumplido hasta el fin.



Se trató del hundimiento, adrede, de un buque en desuso de la Marina, que fue escogido como blanco de una ofensiva militar de naves de superficie y también submarinas como el San Juan. Lo hundieron con disparos de misiles y con minas que buzos tácticos colocaron en el barco, que finalmente explotó.



Ese antiguo buque se llamaba Comodoro Somllera. Las armas navales, algunas de ellas sigilosas, lo destruyeron según el procedimiento articulado por el plan del ejercicio. La zona que este operativo confidencial de la Armada identificó como su “punto rojo” es un área cercana a la Isla de los Estados, frente a Tierra del Fuego.



Según documentos clasificados con la categoría de “Confidencial” que reveló ayer Clarín, los mismos demuestran que, más allá de la historia narrada por las más altas autoridades de esa fuerza, el ARA San Juan no tenía como única misión patrullar por las aguas territoriales de la Argentina para detectar pesqueros extranjeros que podrían surcarlas y explotarlas de modo ilegal.



Que haya cumplido con su parte en el ejercicio conjunto prueba que el San Juan, entonces, podía navegar. Y navegar incluso con solvencia tal como para participar, con protagonismo armamental variable, en la calculada explosión exitosa del Somellera. Después, sí, el submarino partió hacia el Golfo San Jorge, y hacia Mar del Plata, y el 15 de noviembre ya no se supo más del mismo.



DOCUMENTACION CONFUSA



El Gobierno mostró en el Congreso documentación confusa que indicaba, con anotaciones manuscritas y tachaduras sobre el texto, que el submarino desaparecido, junto a sus cuarenta y cuatro tripulantes, habría entrado en las doscientas millas náuticas que, de acuerdo al Reino Unido, son los límites perimetrales de las islas Malvinas dentro de los cuales no podrían navegar otras naves de guerra que las tripuladas por marineros súbditos de la Reina Isabel II.



El plan naval del sur, que movilizó a toda la fuerza de la Marina, incluido el ARA San Juan, y que tenía como duración un mes, y como teatro de operaciones también las aguas del canal de Beagle, había sido organizado por el contralmirante José Luis López Mazzeo, comandante de Alistamiento y Adiestramiento de la Armada. A los ojos de la mayor parte de la Fuerza, López Mazzeo parecía el sucesor natural de su superior, Marcelo Srur.



La desaparición del ARA San Juan desencadenó una disputa interna en la Fuerza impulsada desde la propia cúpula de la Armada para evitar la promoción de López Mazzeo.



Esta situación fue reconocida por importantes funcionarios del Ministerio de Defensa, quienes pusieron fin al conflicto al zanjar la cuestión de modo rotundo. En medio la crisis institucional provocada por la desaparición del San Juan, Srur le inició un sumario interno a López Mazzeo, en el que lo responsabilizó por la vida de los cuarenta y cuatro tripulantes del submarino. López Mazzeo respondió jurídicamente.



El ministro de Defensa Oscar Aguad se sorprendió con la voluntad sumariante de Srur, y le pidió el pase a retiro.



Según se determina en la documentación, el ARA. San Juan partió hacia los puertos del sur, donde se unió al resto de la flora de la marina, con varios objetivos prefijados de antemano.



Están resumidos en un paper interno de la Armada, de este modo: “zarpar a partir del 27 de octubre, ejecutar actividades de adiestramiento naval integrado en acciones de defensa aérea, antisubmarina, antisuperficie y anfibias. Durante las operaciones realizar reconocimiento del litoral marítimo, visitar el puerto de Ushuaia del 6 al 9 noviembre y posteriormente ejecutar un encuentro táctico previendo tomar Puerto Belgrano a partir del 25 de noviembre”.



Según admitieron fuentes de la Armada y del Ministerio de Defensa, el ARA San Juan, en un momento de su travesía, habría navegado guardando una distancia de cinco millas con el límite “de la Corona”, como llamaron a la zona de conflicto con el Reino Unido sobre la soberanía de las Islas Malvinas.



Siempre de modo informal, en el Gobierno admiten que el San Juan tenía como una misión vigilar las aguas argentinas, pero en particular prestar atención a la ya antes comprobada aparición de pesqueros de bandera inglesa que sí superaban los límites de la Corona: pero en sentido contrario, ingresando al mar argentino.



Según consta en el expediente judicial de la causa que instruye la jueza federal de Caleta Olivia, Marta Yáñez, que investiga la desaparición del San Juan, el submarino, en un viaje anterior por el Atlántico Sur, efectivamente se topó con naves extranjeras, algunas británicas.



En la que resultó ser su última travesía, el San Juan tenía la orden de avistar e intentar conseguir material audiovisual de posibles naves intrusas en aguas de República Argentina.



En el punto 4 del documento de la armada, también “confidencial”, titulado “Etapa final de adiestramiento específico integrado”, se advierte la importancia que se le daba al viaje del San Juan por las aguas nacionales: “durante el desarrollo de toda la etapa se deberá enfatizar el concepto de Conciencia de Dominio Maritimo (MDA) asociado a la permanente vigilancia y control de los espacios marítimos jurisdiccionales, de interés y de maniobra como tarea permanente de la fase previa del empleo del instrumento militar conforme los planes en vigor”, se lee en uno de sus párrafos.



Y agrega el texto del documento: “la fuerza de tareas deberá mantener en todo momento una clara situación de superficie y submarina que permita, en coordinación con la central de operaciones de este comando, contribuir a los objetivos específicos de la vigilancia estratégica del Atlántico Sur. En igual sentido, reportará los contactos aéreos que se obtengan a la guardia del centro aeroespacial en Merlo, contribuyendo a la vigilancia y control aeroespacial”.



Una comisión de expertos analiza aun qué fue lo que pasó con el San Juan. Los Estados Unidos, el Reino Unido y el organismo de búsqueda internacional de submarinos, conocido con las siglas de Ismerlo, coinciden en que hubo una explosión repentina de la nave en el lugar en el que las autoridades informaron al respecto. (El Patagónico)


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