Los secretos detrás de Spotify: escuchan lo que escuchás

La democracia no es tal si se tiene en cuenta el acceso a datos y las engañosas playlists.

La época del CD luce tan lejana como la de los miles de archivos mp3 almacenados en las memorias portátiles. Seamos honestos: extrañamos los booklets y las prolijas bibliotecas, pero el streaming permitió una explosión de contenido que parece ilimitada.



Podés pasar sin escalas del embarazoso reggaetón del momento a una joyita perdida de Thom Yorke. Sin embargo, esos datos de escuchas le interesan a las discográficas para que, quieras o no, saquen provecho. Aunque intentes activar medidas de privacidad, saben lo que escuchás.



En su década de vida, la plataforma sueca logró condensar una audiencia que estaba diseminada por varios portales. Como el proceso de subida es sencillo, los pesos pesados de la industria y las bandas recién salidas del garaje de casa pelean por las mismas 217 millones de personas que usan Spotify en todo el mundo. Una democracia impensada en la era de MTV y las radios, varias de ellas movidas por la famosa payola. Pero las condiciones de cada artista son diferentes y se ven condicionadas por luchas de posicionamiento. 



El corazón de Spotify está en las playlists, que agrupan canciones y facilitan las reproducciones. De alcanzar una determinada cantidad de seguidores, serán más codiciadas por las disqueras para posicionar a sus artistas y bandas y lograr el hit. “Yo sólo quiero pegar en la radio para ganar mi primer millón”, cantaba Bacilos por 2002. De adaptarse a la época, la frase mutaría a pegar un tema en alguna de las playlists con más rebote. El aleatorio obligatorio de los usuarios free hace la magia. ¿Notaste cómo los artistas celebran en sus stories cada vez que son incluidos en las listas del momento?



En cuanto a ganancias, si se tiene en cuenta que Spotify paga por stream, es entendible que la duración de los temas se reduzca. Se estima que los suecos abonan 0,0038 dólares por cada reproducción, pero la cifra es la misma si la canción se extiende por 10 minutos. El efecto puede apreciarse en el Billboard Hot 100, donde el tiempo medio de las canciones es 20 segundos menor que el de hace cinco años. 



¡Sagrados sean los algoritmos! Las listas “Radar de novedades”, “Daily Mix” y “Descubrimiento semanal” están básicamente curadas por un robot en base a los datos que ofrecemos por lo que hacemos, aunque se mueven en la misma burbuja establecida por nosotros mismos. De allí que resulte crucial volver a las bateas y optar por la función “explorar”.



De nada sirve la radio o la difusión tradicional en la prensa. Así lo sintetiza Chris Anokute, vicepresidente senior de A&R en Epic Records: “Sé exactamente quién está escuchando a cierto artista y desde dónde”. En los engranajes de Spotify, los seguidores se dividen en tres categorías: los que escucharon al artista todos los días en la última semana, los que lo escucharon más que cualquier otro y los que lo escucharon la mayoría de los días del mes. Con un cruce de datos y factores como edad, género y lugar es posible vender las entradas para un show, así sea el mercado más impensado.



Por otra parte, cuando hacemos el pre-save de un álbum o sencillo -que permite agregar el estreno directamente a nuestra biblioteca- estamos olvidando que concedemos más permisos de los que pensamos. Billboard reveló que Sony Music, Warner y Universal pidieron acceso a fecha de nacimiento de los usuarios, foto de perfil, playlists y temas más escuchados en los pre-save de artistas tan variados como Drake, Liam Gallagher y Ariana Grande. ¿Para qué lo necesitan? ¿No bastaría con un botón de “añadir”? 



Además, para los paranoicos, The Washington Post advirtió que Spotify estaba entre las aplicaciones instaladas en iPhone que usan rastreadores de datos para transmitir información sobre usuarios o dispositivos a terceros en medio de la noche, mientras los usuarios duermen.



Pese a un sideral crecimiento y una revolución en la industria, la plataforma sueca todavía genera pérdidas. En el primer trimestre de 2019, pese a que superó las expectativas con 1.511 millones de euros en ingresos, el rojo fue de 142 millones de euros. El pago de royalties a los titulares de los derechos está lejos de ser rentable, por lo que una de las apuestas es el podcasting. 



El impacto de las adquisiciones de Gimlet Media y Anchor -propulsores de podcasts- comenzó a asomar en la última actualización de Spotify. Al ingresar a la app, hay mayor visibilidad para los podcasts, con descripciones cada vez más valiosas, acceso directo a las descargas y a la lista de programas seguidos. “El público se renueva”, diría cierta conductora. Lo mismo aplica para las tácticas de los insaciables oferentes.

 


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