Relaciones peligrosas

En medio de un año en el que se ponen en juego muchas cosas, el Gobierno provincial se jugó por afianzar una relación que terminó mal. Apostó a la UOCRA como apoyo para contrarrestar las manifestaciones y todo finalizó con reiterados hechos de violencia. Ahora, Peralta no los quiere cerca.

“Cuando salga a caminar con los trabajadores, que no se asusten”, había manifestado el gobernador Peralta semanas atrás, en medio de un reclamo gremial cada vez más fuerte, con paros cada vez más importantes y marchas que crecían en cantidad de participantes.

Lo que comenzó como una discusión salarial típica de comienzo de año, terminó transformándose en una situación tensa, por momentos fuera de control en Santa Cruz, donde ahora los problemas van más allá de la cuestión salarial.

Y mucho de lo que no tiene que ver con lo salarial sucede por la relación que desde hace un buen tiempo se gestó entre el Gobierno provincial y la UOCRA, el polémico gremio de la construcción.

Cuando Peralta habló de salir “con los trabajadores” se refería justamente a ellos. Obreros de la construcción afiliados a la UOCRA dispuestos a defender los intereses del Gobierno a capa y espada mientras haya una recompensa de por medio. Y de hecho, la hubo al menos en una ocasión.

La escalada de violencia del gremio elegido para actuar como fuerza de choque se hizo notar en el segundo semestre del año pasado, cuando en medio de un reclamo golpearon al diputado Omar Hallar cuando este intentaba entablar un diálogo con ellos afuera del edificio de la empresa Petrobras, sobre calle Alberdi.

Luego, un día después que falleciera Néstor Kirchner, los integrantes de la UOCRA golpearon a integrantes del PO que habían tomado el Sindicato de Empleados de Comercio sobre calle Zapiola.

Pero, no conformes con eso, en noviembre del año pasado golpearon a los docentes justo afuera de la Cámara de Diputados de Santa Cruz, mientras apoyaban la presencia del gobernador en el lugar.

La relación entre el Gobierno provincial y la UOCRA se confirmó ese día, no sólo por la violenta defensa de los interés del Gobierno por parte del gremio de la construcción, sino porque, luego, el Diario Nuevo Día accedería a los expedientes, en los cuales se aprobó el pago de tres mil pesos por parte del Gobierno a cada uno de los obreros que estuvo ese día afuera de la legislatura.

La UOCRA se presentó ese día con 300 hombres, por lo que la cuenta de lo que el Gobierno pagó para que custodien la zona no es nada complicada.

Para ese entonces, en cada uno de los casos no hubo presencia policial en el lugar y los muchachos de la UOCRA ya actuaban con total impunidad.

A esta altura del partido, el gremio de la construcción se parece mucho al marcador central más rústico que pueda tener un equipo de fútbol, quizás muy limitado para planear una estrategia de juego, pero siempre listo para salir a cortar de la manera que haga falta al rival que le genere inconvenientes. Aún sabiendo que eso le puede costar la expulsión del  juego.

La lealtad es, sin duda alguna, una virtud a destacar. Pero cuando se la expone con violencia pasa a ser totalmente repudiable y aquí el error más grave de quienes no pueden convencer con la razón. Está clarísimo que los excesos nunca son buenos.

Con la llegada de un nuevo año, también llegó un nuevo hecho de violencia y fue el que ya todos conocemos, con una brutal golpiza a manifestantes a en plena ruta N°40, en la Cuenca Carbonífera.

Con Carlos García a la cabeza, los hombres de la construcción volvieron a apelar a la violencia y días después se lo escuchó decir a García: “Me mandaron a pegar y yo pegué”, con lo que la cuestión parece quedar bastante clara.

Aquel día de la golpiza parece haber marcado el final de lo que hasta entonces era una afianzada y peligrosa relación entre el gobernador y el gremio de la construcción y quizás por eso el mandatario dijo el domingo que no quiere más la presencia de la UOCRA en sus actos.

Aquella relación por la que tanto apostó el gobernador terminó siendo tan peligrosa como perjudicial para sus aspiraciones en medio de un año político en el que las cosas parecen complicarse mucho más de lo previsto.  (EDND)

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