Implicancias

El caso Nisman le cambió la vida justo en el tramo final de su carrera

Debió suspender las últimas vacaciones que iba a tomarse antes de jubilarse de su trabajo en la Justicia y seguir investigando el caso más resonante de los últimos 30 años en la Argentina


 


Viviana Beatriz Fein de Oliveri tiene 64 años y un gran problema. Tenía
planeado trabajar en enero e irse de vacaciones en la segunda mitad de febrero,
cuando ya la vorágine de las vacaciones es un recuerdo para la mayoría y todo
está más tranquilo. Las playas se parecen a esas cosas solitarias e ideales de
las películas. No le preocupaba pasar el 27 de enero trabajando. Ese viernes
era el día de su cumpleaños, pero por más que debiera tratar algunos temas
importantes, podría irse al mediodía de su despacho y festejar con su familia
por la tarde para después disfrutar una cena agradable.



La idea era buena. Estas podían ser sus últimas
vacaciones, antes de jubilarse. Toda una vida en el Poder Judicial en plena
Capital Federal ya la tenía bastante cansada. Robos, homicidios, estafas habían
sido su mundo. Tratar de saber quién, cómo y de qué manera se habían cometido y
encontrar elementos de prueba para que los culpables fueran condenados había
sido su único interés profesional.



Desde que entró al Poder Judicial su vida había
sido así. Le gustaba lo que hacía. El 14 de abril de 1994, cuando se enteró de
que en el Ministerio de Justicia se había firmado la resolución 419, sintió que
había llegado al puesto que siempre había querido. Nueve días después el
Boletín Oficial hacía formal su nombramiento como titular de la Fiscalía
Nacional en lo Criminal de Instrucción Nº45, de la Capital Federal.



Dentro de poco cumpliría 21 años yendo todos los
días, desde su casa de Belgrano hasta su despacho de la calle Viamonte, siempre
con buen ánimo. Le gustaba su trabajo.



¿Qué podría complicar este enero? Ya tenía mucha
experiencia y por su escritorio habían pasado decenas de casos complejos y
había salido airosa de todos ellos. No había por qué pensar que esta vez sería
distinto. Era el último trecho antes de la jubilación. Nada que ocurriera
podría ser tan grave como para complicar su vida. Nada malo podía pasar.



Pero el domingo 18 de enero, cuando la fiscal Fein
estaba en su departamento de Belgrano, sonó su teléfono. Algo malo había
pasado. Muy malo.



En el departamento A del piso 13 del complejo de
edificios Le Parc, en Puerto Madero, había un muerto. Estaba en el baño, tirado
en el piso, con un balazo en la cabeza, exactamente dos centímetros por detrás
del pabellón de la oreja derecha. A la fiscal Fein le dijeron que parecía que
la muerte había ocurrido hacía unas horas, que había una pistola tirada junto
al cuerpo y que aparentaba ser un suicidio. Pero había un detalle trascendental
que hacía que esa muerte violenta fuera distinta a todas las decenas que había
investigado antes. El muerto era un colega suyo: el fiscal federal Natalio
Alberto Nisman. Y no sólo eso. Nisman era el titular de la fiscalía que
investigaba la causa AMIA. Y más: unos días antes había ido a los medios para
acusar de encubrimiento a la Presidenta y al canciller de la República.
Entonces Viviana Fein supo que trabajar en la feria de verano había sido un
error. Ese muerto, sería "el” muerto. El único. El más importante de toda su
carrera.



Irónicamente quizás Fein y Nisman sean la
antítesis. Ella, una mujer que no se desvive por su apariencia, que no disimula
su edad, que no ha buscado protagonismo y que tampoco se ha relacionado
demasiado ni con el poder político ni el económico. Él, un hombre especialmente
atento a su aspecto desde siempre, acostumbrado a relacionarse con el jet set,
ambicioso en lo profesional y con mucha cintura para coquetear con todos los
sectores, incluida la gente de la ex SIDE, que fue en muchos de sus trabajos
una herramienta indispensable.



Viviana Beatriz Fein de Oliveri tuvo causas
densas, sangrientas y complejas durante su carrera, pero no le había tocado
tener una con tanto peso político y que tuviera acaparada la atención de todos
los medios y de la sociedad.



No es ni K ni anti K. No tuvo necesidad de tomar
posturas tan definidas. Apenas había tenido un chisporroteo en este último
enero, justo 6 días antes de la muerte de Nisman.



El lunes 12, 80 funcionarios de la Justicia habían
firmado una solicitada en apoyo a la gestión de la procuradora Alejandra Gils
Carbó. El escrito tenía la intención de bancarla, a raíz de una medida resuelta
por el juez en lo contencioso administrativo federal Enrique Lavié Pico, para
congelar algunos nombramientos que pretendía hacer Gils.



El pedido de esta suspensión lo habían hecho el
legislador bonaerense Mauricio D’Alessandro (afín a Sergio Massa), la senadora
Gabriela Michetti y los diputados nacionales Federico Pinedo, Pablo Tonelli y
Patricia Bullrich. La procuradora quiso designar fiscales que, según la
oposición y la Asociación de Magistrados, simpatizan con el Gobierno nacional
y, según la presentación, esto podía interferir en causas por corrupción.
Viviana Fein no quiso firmar la solicitada en apoyo de Gils Carbó. Del ambiente
cercano a Fein dicen que la fiscal no quiso simplemente porque no necesitaba ni
quería entrar en temas netamente políticos.



"No te puedo decir mucho de Viviana Fein. La
conozco poco. No es una fiscal que haya tenido mucho protagonismo. Es trabajadora,
seria, responsable, técnicamente buena y de bajo perfil. Lo que te puedo
asegurar es que…¡se debe querer matar!”. La frase es de una fuente judicial
porteña que define claramente lo que significa para cualquier funcionario
judicial tener que enfrentar una causa como el caso Nisman.



Nadie sale indemne de un expediente así.



"Pensá: Fein ha tenido exposición mediática
durante toda su carrera. Es clara y sabe tratar con la prensa, pero siempre ha
sido como fuente, con datos en off. Nunca tuvo que lidiar con el poder.
Imaginate: ahora le toca esto, justo cuando está a un paso de retirarse. ¡Esto
es un garrón para cualquiera!”, insiste la fuente.



"Todos te miran, todos opinan. Tus decisiones, tus
acciones serán cuestionadas siempre por algún sector, seas cuales sean. Por más
que tu trabajo sea impecable, algunos dirán que te compraron, que no te
animaste, que te presionaron, que no sos imparcial. ¡Para colmo la ex mujer de
Nisman es una jueza federal (Sandra Arroyo Salgado) que tiene un carácter refuerte
y se constituyó como querellante! En casos como estos, la verdad jurídica tiene
un valor relativo y seguro que Fein recién ahora se está dando cuenta de esto.
La única posibilidad que tiene, al menos para mantener su tranquilidad
interior, es llevar esta causa como si fuera cualquiera de las otras que tuvo…
¡y que los de afuera piensen lo que quieran!”, agrega.



Sin exposición



Viviana Fein tuvo causas difíciles y algunas de
ellas resonantes, pero que no la obligaron a exponerse públicamente. Apenas le
significó que los medios la mencionaran formalmente con una frase hecha: "La
causa quedó en manos de…”, y no mucho más.



Una de las causas de Fein que tuvieron más
atención de la opinión pública, no por muchos días, fue la de dos muertes,
separadas por pocos días, ocurridas en el hospital psiquiátrico Braulio Moyano,
en octubre de 2002.



Si bien estos dos casos consecutivos generaron
atención en los primeros días, después esa preocupación se dispersó de tal
forma que nadie siguió el avance de esas causas y los resultados a los que
arribó la fiscal no fueron reflejados en los medios. Las muertes de dos
pacientes psiquiátricas no valen lo mismo que la de un fiscal.



Pero Fein hizo su trabajo. Las calificaciones de
los dos expedientes fueron las de suicidio y se tomó el trabajo de probar
fehacientemente esas hipótesis.



Un ejemplo actual sobre la importancia que les da
la fiscal a sus expedientes, más allá de la relevancia del caso, lo da el hecho
de que en medio de la causa Nisman se tomó el tiempo para pedirle autorización
al juez Alberto Baños para exhibir públicamente las imágenes de un asalto a una
joyería de la calle Libertad, muy cerca del edificio de Tribunales de la calle
Talcahuano.



La causa investiga un hecho ocurrido el mediodía
del 28 de setiembre de 2013 en la joyería Arsen, cuando tres hombres armados
ingresaron al local, cargaron una importante cantidad de alhajas y huyeron en
un Peugeot 206 blanco. En el escape se cruzaron con un móvil de la Policía
Federal y se produjo un tiroteo en el que resultó herido un agente.



La fiscal Fein, tras algunas investigaciones,
ordenó la detención de cinco personas, pero no logró que fueran reconocidas por
ningún testigo. Por eso ahora pidió autorización para que se difundieran las
imágenes de las cámaras de seguridad de la joyería, para intentar que alguien
pueda identificar a alguno de los autores.



La causa se puede calificar de menor si se la
compara con el caso Nisman, pero ayuda para definir a Viviana Beatriz Fein de
Oliveri, esa mujer que no se irá de vacaciones a fines de febrero.




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