Historias de Patagonia: Hacete amigo del juez

La joven mujer avanzó rápidamente haciendo crujir el piso de madera y fue entonces cuando el silencio se transformó en cuchicheo. “Es la amante del juez”, decían por lo bajo, los hombres congregados en el cine “Select”, por entonces el punto de entretenimiento de la población en Río Gallegos.

*Mario Novack



Por ese entonces en 1921, Río Gallegos se encontraba en una crisis a punto de un estallido de violencia que se produciría tiempo después, desembocando en los sucesos de la Patagonia Trágica.



El cine estaba reservado para una función con público masculino y habían sido adoptadas todas las medidas de control. El boletero, el acomodador y hasta el propio comisario Isidro Guadarrama eran los encargados de impedir el ingreso de las mujeres al recinto.



Pero nada pudieron hacer con esta joven que de inmediato se ubicó en la primera fila del recinto y disfruto del filme, con una actitud desafiante para esa época. El magistrado en cuestión era Ismael Viñas, juez federal que tuviera una recordada actuación en los momentos previos y posteriores de los acontecimientos de la “Patagonia Trágica”.



Hombre de absoluta probidad para algunos y un oportunista para otros. Lo cierto es que el joven magistrado encarnó una alianza de actores, entre los que se destacaron José María Borrero, el propio Antonio Soto y otro abogado de apellido Corminas, que terminaron confrontando abiertamente con los representantes de la oligarquía ganadera.



Intentos de subasta de campos, laudos a favor de los obreros y peones nucleados en la Sociedad Obrera de Río Gallegos y hasta una denuncia de coacción al ganadero Juan Clark, hecho escrito en su libro “Recuerdos Entreabiertos” por parte del cónsul chileno Juan Guzmán Cruchaga constituyeron acontecimientos de su paso por la capital de Santa Cruz.





Osvaldo Bayer reseña la actividad de Viñas señalando que “Dos personajes dispares pero que llegarán a ser protagonistas meses después llegan a Río Gallegos: el juez letrado Ismael Viñas nombrado por Yrigoyen por un período de tres años y el español Antonio Soto, que arriba al lejano sur en calidad de tramoyista de una compañía de zarzuelas española: ponía los decorados, las alfombras, acomodaba las sillas para el espectáculo, barría y hasta hacía algún papel menor cuando era necesario.



Este hombre quedará en Río Gallegos y a las pocas semanas llegará a ser secretario de la Sociedad obrera a la que dará un rumbo francamente revolucionario. Debido a los casos citados de los juicios entablados por el juez letrado Ismael Viñas contra “The Monte Dinero Sheep Farming Co.”, y “The San Julián Sheep Farming Company”, el enfrentamiento entre Viñas y el gobernador interino Correa Falcón se hace cada vez más notorio llegándose abiertamente a un conflicto de poderes.



El juez tuvo el soporte de un semanario titulado La Verdad, mientras que el gobernador interino encontrará eco de su actuación en el bisemanario La Unión de Río Gallegos. En las columnas de los dos periódicos se desarrollará una guerra a muerte entre el representante de la justicia y el representante del poder central.



El juez Viñas contará con el apoyo del doctor José María Borrero -el autor de La Patagonia Trágica- discutido y discutible personaje de pluma afiladísima que no dejaba muñeco con cabeza, y de dos abogados, los doctores Juan Carlos Beherán y Salvador Corminas -el primero socio de Borrero.



Este grupo de hombres tomará contacto con la sociedad Obrera de Río Gallegos y tendrán con Antonio Soto y otros dirigentes obreros frecuentes reuniones. Tan es así que algunos manifiestos obreros se deben a la pluma del abogado Borrero.



En cambio, Correa Falcón tendrá el apoyo de los estancieros. De los primeros no cabe ninguna duda, porque poco después lo nombrarán secretario gerente de la Sociedad Rural16 . En mayo de 1920, Correa Falcón obtendrá un gran triunfo sobre el juez Viñas. En el juicio iniciado por este último contra “The Monte Dinero Sheep Farming” por contrabando, Viñas había ordenado el inmediato remate de sus instalaciones. Intervino entonces la Cámara Federal de Apelación de la Plata, ordenando al juez Viñas que suspendiera dicho remate y todo procedimiento posterior.



Pero el letrado contestó al alto cuerpo jurídico que no iba a cumplir esa orden por razones de jurisdicción. La Cámara entonces resuelve recurrir al Ministerio del interior para que por la fuerza apoye lo dictado por el organismo judicial superior. Al ministro del interior le resulta profundamente desagradable la situación en que se ha metido Viñas y, como sabe que a Yrigoyen le molesta cualquier conflicto de poderes, apoya la resolución de la Cámara y ordena telegráficamente al gobernador Correa Falcón que impida el remate.



Correa Falcón, al recibir la información de que Yrigoyen había nombrado al capitán Yza como gobernador de Santa Cruz, comenzó a trabajar como secretario gerente de la Sociedad Rural. Por lo menos durante cuatro meses y medio, hasta mediados de febrero de 1921, ejerció conjuntamente los dos cargos.



Este hecho fue denunciado en comunicados de la Sociedad Obrera de Río Gallegos en octubre de 1920. Por otras parte, en el acta constitutiva de la Sociedad Rural de Río Gallegos del 5 de febrero de 1921, bajo la presidencia de Ibón Noya, figura que se “confirma en el cargo de secretario gerente de Edelmiro Correa Falcón”. Quiere decir que si se lo confirma es porque estaba actuando desde antes.





Por otra parte, el mismo Correa Falcón en su libro “De la llanura, del bosque y de la montaña” señala: “en cuanto se supo que yo había perdido el relevo de las altas funciones me fue ofrecido el cargo de secretario-gerente de la Sociedad Rural de Río Gallegos”. Entonces, desde septiembre de 1920, en que se entera que ha sido nombrado Yza hasta el 15 de febrero en que traspasa la gobernación, Correa Falcón estuvo ejerciendo los dos cargos.



El gobernador, ni corto ni perezoso, actuó sin perder minuto. Hizo detener el martillero que iba a efectuar el remate y luego, en la mañana del 12 de mayo, les hizo una encerrona a  amigos del juez que se había constituido en “policía ciudadana” para apoyarlo. Así desbarató los planes de Viñas, quien recurrirá poco después a la Corte Suprema de Justicia, que dará un corte definitivo al asunto desaprobando lo actuado por el impulsivo letrado.



La actitud de Correa Falcón en este caso fue calificada por el grupo Viñas-Borrero con toda clase de calificativos: desde “policía inepto y coimero” hasta “cobarde y cínico”. Se lo acusó de hace méritos para “asegurarse su puesto de secretario de la Sociedad Rural que, como un hueso a un perro le arrojaron despectivamente los compradores de su conciencia”, lo generalizan como uno de los “funcionarios prevaricadores y logreros que por un miserable puñado de monedas (vendieron) el honor de la patria y el respeto a las instituciones”.



Lo acusan desembozadamente así: “Correa Falcón siempre ha demostrado habilidad por todo lo extranjero a pesar del ferviente patriotismo de que alardea, bien que sea un patriotismo de liga, que lo liga frecuentemente a la pléyade de extraños que integran La Liga Patriótica argentina de Río de Gallegos”. Y haciendo juego con el nombre de la sociedad anónima en litigio se refieren a los “Patrióticos servicios de la ‘The Correa Falcón Monney Farming Company Lomited”. Perdido este primer round, el juez viñas no se da por vencido. (De Viñas, escribirá Correa Falcón: “incorregible embustero” “Excesivamente locuaz, irresponsable demagogo”).



El juez letrado iniciará de inmediato juicio contra “The San Julián Sheep Farming Company” por posesión indebida de los bienes de Donald Munro, fallecido a principios de siglo, y cuyos campos -según Viñas- al no haber herederos debía pasar a dominio del Consejo Nacional de Educación.



  El motivo de la intervención judicial no podía discutirse. Lo que sí era discutible fue el nombramiento por parte de Viñas de un curador y un inventariador de los bienes de la estancia.



Estos nombramientos recayeron en el Dr. Salvador Corminas -íntimo amigo de Viñas- y en el propio secretario del juzgado, Alberto Rillo, a quienes el juez fijo honorarios de 13.000 pesos y 90.000 pesos, respectivamente, sumas realmente exorbitantes. Sin pérdida de tiempo el juez ordenó el remare de los bienes de la “The San Julián”.



Así se comenzó a hacer hasta que el 15 de mayo, nuevamente la Cámara de Apelaciones de la Plata recurre al Ministerio del interior para que impida el remare de los bienes de la estancia inglesa. Así lo hace el ministro Ramón “tuerto” Gómez quien telegrafía a Correa Falcón de que emplee la fuerza para que no permita la acción del Juez Viñas. 



Los 16 detenidos por apoyar el remate de los bienes de “The Monte Dinero” fueron: José María Borrero, Juan Carlos Beherán, Antonio Tornese, Ángel Morales, Eugenio Guridi, Andrés Cano, José Aidar, Leopoldo Roleta, José Fadul, Antonio Rudich, José Facio, Anis Labaky, Pedro Machuca, Pedro Aidar, Salvador Corminas y N. Mac Cley. El martillero era Archibaldo Lauder.  El enfrentamiento entre Viñas por un lado, y Correa Falcón y la policía por otro alcanzó límites insospechados por el odio y el encono que se hizo gala.



Daremos rápidamente algunos detalles. Cuando Correa Falcón recibe la orden de la Cámara de Apelaciones de la Plata, nombra al comisario Acosta, de San Julián para que intervenga. Acosta era uno de esos policías que no se las iba bien con chicas, de temperamento fuerte y agresivo. Acosta empezó a incautarse de las cosas ya rematadas.



El juez Viñas ordena entonces a Correa Falcón que detenga a Acosta. Acosta le dirige una cata a Viñas diciéndole que todo lo que hace “lo hago por orden del gobernador y lo haré hasta tanto él no me ordene lo contrario”. Correa Falcón se dirige al Ministerio del Interior pidiendo instrucciones y mientras tanto le dice a Acosta que siga actuado. En la estancia intervenida por el juez se produce el enfrentamiento entre peones y el comisario Acosta. Los peones están de parte de Viñas y del administrador nombrado por éste, Rafael Rodríguez. Los peones van hasta la ciudad y dicen allí que venían para ver si el comisario Acosta era capaz de detenerlos porque ellos contaban con el apoyo del juez Viñas.



El hermano del administrador judicial de la estancia, Julio Rodríguez, en el hotel Central de San Julián dice a los que quieren oírlo que “desafía a todos los que fueran ingleses a pelear y agrega que él es amigo del juez Viñas. (Aquí ya se ve la raíz del enfrentamiento que reventará después). El comisario Acosta comunica a Correa Falcón que ha sido agredido por peones partidarios de Viñas “al terminar una matinée en “Los vengadores de la Patagonia trágica I” de Osvaldo Bayer.



Comenzará entonces una serie de actitudes dignas de pueblo chico. Viñas, en la impotencia de hacer cumplir sus órdenes, recurre al Ministerio del Interior para que “en salvaguardia de la autoridad y las leyes” suspenda el gobernador y al jefe de policía por el desacato a la autoridad judicial. Pero, por más radical que fuera el “correligionario” Viñas, el ministro del interior no se iba a tirar contra la Cámara de La Plata, más que todo esto estaba siendo observado atentamente por la legación británica, por tratarse de bienes de connacionales.



Entonces -y aplicando el método de don Hipólito Irigoyen- deja dormir el telegrama en la gaveta y luego le pondrá el consabido “archívese”. El juez letrado acababa de sufrir su segunda derrota ante Correa Falcón. Y con ello se ablandaría mucho su ansia de meterse en Quijote en un territorio donde los intereses creados eran muy grandes.



La actuación pública de Viñas quedará reflejada en obras y escritos posteriores donde se mencionan los acontecimientos de la “Patagonia Trágica”. Siguió, también, manteniendo su amistad con José María Borrero rindiendo un homenaje al producirse su deceso enfermo de tuberculosis el 21 de enero de 1931, una década  después de los fusilamientos en Santa Cruz.