De día estudiaba Derecho, de noche se volvía pistolera

Algunos todavía recuerdan el caso de la brasileña Ana Paula Jorge Sousa, condenada a 17 años de cárcel por robar casas junto a una banda de delincuentes que operaba en el estado de San Pablo (Brasil). "Lo hacía porque me enamoré de un hombre y no quería perderlo", contó. Una vida de pasión y excesos.



"Me enamoré de una persona y terminé siguiendo sus pasos porque no quería perderlo", repetía Ana Paula Jorge Sousa, de sólo 21 años, cuando la detuvieron por robar en barrios elegantes de la localidad paulista de Campinas, en Brasil. La ladrona y estudiante de Derecho vivía en una zona acomodada -dicen que era rica- y los investigadores no podían creer que se hubiera involucrado con una banda de hampones.



Su historia recordó a muchos lo que puede ocurrir cuando los caprichos del corazón se inclinan por un criminal. La chica no necesitaba dinero, vivía en un área privilegiada, y sin embargo se metió en el mundo del crimen, según su propia definición, "por amor". 



Se movilizaban en uno de los tres autos que tenía el padre de la muchacha



Luego de dos meses de investigación, la Policía la ubicó al revisar imágenes que estaban guardadas en una computadora. En ellas se veía a la muchacha portando armas junto a otras personas que mostraban drogas y fajos de dinero. Casi todos los que aparecían en aquella delincuencial galería terminaron tras las rejas, incluido el novio de Ana Paula, Raoni Renzo Miranda (que tenía 18 años en aquella época).



La pesquisa permitió revelar que la muchacha era la "piloto" de la banda. Cuando los delincuentes tenían que huir, ella los llevaba. Algunos medios de Brasil resaltaban que Ana Paula incluso utilizaba tacos altos cuando salía a robar junto a su gavilla. Se movilizaban en un Chevrolet Astra: uno de los tres vehículos que poseía su padre.



Tras la captura en 2007, Ana Paula fue condenada a 17 años de prisión por robo, asociación ilícita y hurto calificado en al menos 4 hechos. En ese momento cursaba el tercer año de Derecho, por lo que al ingresar al penal se acercó a la biblioteca para ver si podía reconectar con su vida académica. Eso, más el buen comportamiento, le permitió conseguir beneficios.



En consecuencia, el 29 de julio de 2013 la joven fue liberada del Centro de Resocialización Femenino de Piracicaba (SP): la Justicia le permitió terminar el cumplimiento de su pena en libertad condicional. Cuando a ella la soltaron, el novio seguía en su calabozo, donde lo esperaba una larga temporada. 


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