Suecia cerró el caso policial "más grande de la historia"

En 1986, el asesinato del Primer Ministro Olof Palme se convirtió en un misterio que traumó a todo el país. Pero hace instantes, a 34 años del hecho, la Policía cerró el caso y reveló quién puede ser el culpable.

El 28 de febrero de 1986, Olof Palme (59) fue al cine con su esposa. No llevaron guardaespaldas, porque al Primer Ministro sueco le gustaba cultivar la imagen de un tipo normal, cercano a la gente. Al llegar a una esquina en el centro de Estocolmo, la pareja fue atacada a balazos. Uno de los disparos perforó la aorta del mandatario, que murió a los pocos minutos. Desde esa noche se multiplicaron las teorías. Hasta hace instantes, cuando -34 años después del asesinato- la Policía dio por cerrado el caso.



¿Y el asesino? Las pistas apuntan a un diseñador gráfico, Stig Engström. En una parte de la pesquisa se lo interrogó, pero luego se lo liberó sin cargos. Luego de una catarata de conjeturas -que involucraba posibles agentes secretos sudafricanos, kurdos o chilenos-, el fiscal Krister Petersson retomó la instrucción en 2017. Hoy dice que tiene pruebas para señalar a Engström como culpable.



El expediente más grande



Defensor de Cuba, enemigo del Apartheid sudafricano y crítico de la Guerra de Vietnam, Palme es visto como uno de los artífices del Estado de Bienestar sueco, que garantiza salud y educación gratuita para toda la población.



Por eso es que hasta hoy, muchos definían aquella noche como una herida todavía abierta. Durante décadas, la muerte de Palme fue considerada entre los más importantes cold cases (casos fríos) del mundo. Así se les llama a las investigaciones que por algún motivo terminaron estancadas. Y la opinión pública, hasta cierto punto, creyó que iba a tener que resignarse a no saber qué pasó.



Los archivos del caso ocupan 250 metros de estantería e incluyen 10.000 interrogatorios



Sucede que el expediente -que para muchos es el caso penal más voluminoso del mundo- implica una ensalada de papeles y declaraciones que ocupa 250 metros de estantería, con 10.000 interrogatorios y 134 personas que dijeron tener responsabilidad en el hecho, según informa hoy The Guardian.



En los últimos años, un nuevo equipo de forenses revisó las pruebas y notó que, analizado todo el corpus, uno de los sospechosos se destacaba: Engström, el diseñador. El sujeto poseía alguna experiencia militar, contaba con antecedentes de adicciones y odiaba profundamente a Palme. 



 



Siguiendo una reacción típica de los asesinos, Engström se había contactado con las autoridades poco después del homicidio y pretendió dar información valiosa. De hecho, ofreció datos sobre la escena del crimen. Pero ninguno de los otros testigos, incluida la esposa de Palme, Lisbet, recordaba haberlo visto aquel 28 de febrero.



Según algunos investigadores, es inexplicable que no se haya puesto foco desde el inicio en semejantes contradicciones. Esos errores inexplicables comienzan a ser fruto de nuevas suspicacias. Para el fiscal, es factible que existiera una conspiración más amplia.



De ser así, lo que se vuelve raro es que hoy el caso se haya dado por concluido, sin ir más allá de lo que hizo un solo individuo. ¿Quién más mató a Olof Palme?


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