Alerta en invierno en Santa Cruz: cómo prevenir la intoxicación por monóxido en casa
Con la llegada del frío, muchas familias de Santa Cruz y la región comienzan a intensificar el uso estufas y calefactores. Sin embargo, esto puede representar un riesgo silencioso: la intoxicación por monóxido de carbono, un gas sin olor, color ni sabor que puede acumularse en ambientes cerrados. Según datos nacionales, cerca de 200 personas mueren cada año por esta causa, aunque en la mayoría de los casos es prevenible.
El invierno se instala en Santa Cruz y, con él, el uso intensivo de estufas y calefactores. Aunque mantener el calor en el hogar es una necesidad, también puede convertirse en un riesgo si no se toman las precauciones adecuadas. La intoxicación por monóxido de carbono (CO) es una amenaza silenciosa, ya que este gas no tiene olor, color ni sabor, pero puede ser letal si se acumula en espacios cerrados.
El monóxido de carbono se genera cuando se queman materiales combustibles como gas, madera, kerosén o carbón en condiciones de ventilación deficiente. "Cualquier artefacto que utilice material combustible puede producir monóxido cuando se quema en forma incompleta", explicó la Dra. Fernanda del Valle Saravia, médica de Boreal Salud (MP 9869). Entre los artefactos más comunes que pueden liberar CO se encuentran estufas, braseros, calefones, cocinas, salamandras y hornos.
En Argentina, se registran alrededor de 40.000 casos clínicos de intoxicación por año y aproximadamente 200 muertes, de acuerdo a la Guía de Prevención, Diagnóstico, Tratamiento y Vigilancia Epidemiológica. Muchos de estos episodios podrían evitarse si se implementaran medidas simples pero efectivas.
Entre las recomendaciones más importantes se encuentra la revisión periódica de instalaciones de gas por parte de gasistas matriculados. Señales como manchas de hollín o una llama de color amarillo o anaranjado son indicios de mala combustión. También es fundamental ventilar los ambientes todos los días, aunque haga frío, para permitir el recambio de aire.
Dormir con estufas encendidas es otra práctica riesgosa. Si el artefacto no tiene salida al exterior, el monóxido puede acumularse durante la noche sin ser detectado, provocando desde dolores de cabeza hasta la pérdida de conciencia. Por eso, se aconseja apagarlos antes de ir a dormir.
Otra herramienta clave son los detectores de monóxido de carbono, dispositivos accesibles que alertan ante la presencia del gas. Se recomienda instalarlos en espacios donde haya artefactos a combustión y verificar regularmente su funcionamiento.
En cuanto a los síntomas de intoxicación, pueden incluir mareos, náuseas, vómitos, visión borrosa, debilidad o dolor de pecho. "Los más vulnerables son niños, personas gestantes, adultos mayores, fumadores y quienes padecen enfermedades cardiovasculares o respiratorias", destacaron desde Boreal Salud.