crónica

El Plan de la Mariposa: una noche de rock esperanzado en Río Gallegos

La banda, una de las nuevas referentes del rock nacional, se presentó por primera vez en Río Gallegos en el marco de su gira austral "Viaje al comienzo del mundo", que recorre, desde el 4 al 17 de noviembre, las principales ciudades de la Patagonia, desde Neuquén hasta Ushuaia.

Redacción Nuevo Día
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Por Sandro Díaz 

La banda de los hermanos Andersen se presentó por primera vez en la capital santacruceña con su gira "Viaje al comienzo del mundo". Dos horas de música, emoción y comunión con un público que cantó cada tema.

Dos horas de show bastaron para que El Plan de la Mariposa hiciera vibrar la Sociedad Rural este jueves. La banda, una de las nuevas referentes del rock nacional, se presentó por primera vez en Río Gallegos en el marco de su gira austral "Viaje al comienzo del mundo", que recorre, desde el 4 al 17 de noviembre, las principales ciudades de la Patagonia, desde Neuquén hasta Ushuaia.

Ya no es tan común que las bandas del rock argentino realicen giras extensas e incluyan a Río Gallegos. Por eso resulta significativo que El Plan -grupo que convoca y agota entradas en distintas provincias- logre lo que pocas bandas consiguen en este extremo del país. Un escenario que suele recibir con mayor frecuencia a grupos de punk como Bulldog, pero que se vuelve desafiante para otros géneros.

El evento invitaba al público a llegar temprano, a las 20:00. El Plan de la Mariposa tiene un público familiero: padres, madres, familias enteras y jóvenes con ganas de reencontrarse con el ritual del rock en vivo. Después de todo, ¿qué hay más lindo que eso?

A las 21:48, los cánticos comenzaron a llenar el lugar: "¡Este es el Plan, el Plan de la Mariposa!". Las luces se apagaron, sonaron gaitas que anunciaban el comienzo y, entre humo, luces amarillas y rojas, aparecieron los cinco hermanos Andersen, liderados por Sebastián Andersen, cantante y compositor. Desde los primeros acordes, el grupo mostró la solidez de una banda afilada por una extensa gira.

El público estalló con "Confiar o morir", coreando con fuerza la frase "Un mal delito entre confiar o morir". En esa entrega colectiva se respiraba algo más que entusiasmo: una necesidad de cantar canciones esperanzadas, de sentirse parte de un momento luminoso.

Sorprendía ver a tantas personas que sabían todas las letras. En tiempos en que la música se consume de forma individual -desde Spotify o YouTube-, llama la atención ver que El Plan de la Mariposa haya logrado tejer comunidad incluso a la distancia.

El escenario también tenía su encanto visual: del lado derecho, la batería de Julián Ropero; enfrentado, Máximo Andersen en teclados y acordeón. Esa disposición, poco habitual, sumaba dinamismo a la puesta.

Pasada la primera media hora, Sebastián tomó el micrófono y dijo:
"Estamos re contentos de estar acá con ustedes. Muchas gracias por venir y por apoyar esta historia. Así podemos vivir".

Entre el público -mayoritariamente de entre 30 y 50 años- se mezclaban cervezas, vasos de fernet y remeras de la banda. Algunos venían directo desde la Feria del Libro Provincial, que se desarrolla a pocas cuadras, en el Complejo Cultural.

Con una energía que combinaba fuerza y ternura, el guitarrista Valentín Andersen tomó la voz principal para interpretar "Fuego de febrero". "Amame que quiero saber cuánta luz me puede atravesar", cantó junto al público. Luego llegó el turno de Cami Andersen, que con una dulce voz y mucha actitud interpretó "Estoy aprendiendo a quererme", parte de la canción "Tesoro escondido", inspirando a niñas y jóvenes que la miraban como una superheroína.

Vale destacar el rol y los solos de guitarra de Valentín (guitarra y voz) y Santiago (violín, guitarras y arte visual). Los hits de la banda, como "Clemente", "Túnel de la vida", "El riesgo" y "Es por ahí", hicieron estallar al público, que esperaba esas canciones para cantar y saltar.

Tras un cierre potente, el público pidió "¡un tema más y no jodemos más!". La banda volvió al escenario para interpretar "Romance con el desapego". Sebastián, con sus ojos azules perdidos en el vacío, entonó: "Aprendo a vivir sin elegir". El público siguió pidiendo, y el grupo respondió con dos canciones más.

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