"Es un paso enorme para nosotros": la emoción de José Jaramillo tras la obra comunitaria en la ría

La entrevista comenzó con el tono cálido y humorístico que caracteriza a los diálogos entre Jaramillo y Seveso. Javier recordaba haber pasado por el lugar y ver mucha gente trabajando:

"Pensé que había un acontecimiento, ¡y era la cocina que estaban techando!", comentó entre risas.

José respondió con su habitual simpleza: "Se dieron todas las condiciones... hasta el clima nos acompañó."

La sonrisa se dejaba sentir incluso en la radio. Y había motivos: el proyecto de la cocina llevaba años esperando ese avance. La obra es parte fundamental de la nueva estructura de I Yenu Jono, espacio que nació con un container, un varador y un sueño: acompañar, incluir y dar oportunidades en contacto con el mar.

Vecinos, abuelos y jóvenes: una obra construida entre todos

El relato se volvió profundamente emotivo cuando Jaramillo empezó a enumerar a quienes se sumaron espontáneamente:

Don Manuel, un abuelo de 83 años que dijo "vamos" sin dudar.

Baltazar, joven con síndrome de Down, que colabora desde hace años.

Marcos, que volvió al grupo después de su adolescencia y "se calzó el martillo a la cintura".

Gustavo, acompañante terapéutico, que es parte del proyecto desde el inicio.

"Es tu responsabilidad que la gente te quiera y te acompañe", le dijo Javier, emocionado.

José respiró antes de contestar, bajando la voz: "Son hermosos momentos de vida... cada espacio que hacemos es una inauguración."

El trabajo del domingo fue más que albañilería: fue un acto comunitario. Un vecino ofreció albañilería, otro los clavos, otros pusieron sus manos, y Vialidad Provincial acercó un camión para trasladar las chapas de siete metros.

Hubo risas, viento, apagones en negocios que vendían clavos... y aun así, la obra se hizo.

Un espacio para todos: infancias, discapacidades y abuelos que encuentran su lugar

La nueva cocina, más amplia y accesible, está pensada para quienes más lo necesitan:

infancias, adolescentes, personas con movilidad reducida y familias enteras que disfrutan del estuario.

Jaramillo contó una escena que emocionó al conductor y dejó en silencio el estudio por unos segundos:

"Hoy vino un papá a anotar a su hijo. Me dijo: ‘tiene síndrome de Down, no sé si puede'. Y le respondí: ‘allá abajo tenemos uno que rema igual que todos'. Y el nene quedó anotado."

También habló de la canchita de tejo, creada para que los abuelos tengan un espacio propio. Un lugar sencillo, con arena y tablas, pero cargado de sentido:

"Son hermosos momentos de vida que se comparten", dijo, con una emoción que traspasaba el micrófono.

Lo que viene: pisos, ventanas, un invernadero y un montacargas

A pesar del avance, quedan tareas por resolver: colocar las aberturas,terminar el piso de la cocina, recibir el premio de 2 millones de pesos por las carrozas, y cerrar el invernadero, para el cual ya consiguieron chapas gracias a una fundación italiana.

En tono de broma, Javier le propuso un montacargas para acceder al primer piso:

"¡Yo lo inauguro, corto la cinta!", dijo entre risas.

José respondió con humor: "Si lo vimos funcionar, lo vamos a hacer".

El cierre fue tan cálido como el comienzo.

"Gracias, Javi, siempre estás", dijo Jaramillo.

"Mi amigo el mar", respondió Seveso, devolviendo el abrazo en palabras.

La obra en I Yenu Jono no es solo arquitectura: es el reflejo de una comunidad que construye, literalmente, un lugar donde todos pueden estar. (Diario Nuevo Día)