Chubut

Puerto Madryn: Periodista víctima de violencia de género denuncia a la Justicia

Carisa Bonazzi tiene 34 y una hija de cinco, fue víctima de un hombre que la violentó de todas las formas posibles. En 2013 fue tan brutal la agresión que casi la mata, y ahora reclama "el daño que una mujer sufre cuando denuncia por violencia de género".

Carisa Bonazzi es una periodista de Buenos Aires que vive en Puerto Madryn junto a su hija de cinco años, hace unas semanas se animó a hacer público los hechos de violencia que tuvo que vivir luego de confesar los martirios a los que era expuesta de parte de su expareja y papá de su hija.



"El daño que una mujer sufre cuando denuncia por violencia de género es interminable. El abuso de jueces que se piensan que por tener un cargo pueden violar mis derechos y vulnerar los derechos de mi hija. No soy la única que vive este flagelo. Somos cientos, miles, de mujeres las que somos agredidas por el solo hecho de ser mujeres, las que padecemos violencia en el hogar, institucional, judicial o laboral", indica la mujer de 34 años.



"A pesar de todas las denuncias de violencia que le había puesto, a pesar de haber sido atendida en la guardia de un hospital de (Puerto) Madryn y de que en la Oficina de Violencia Doméstica constataron los golpes de los que tienen fotos —tengo copias de todo ese proceso—, a pesar de que cuando fui al Juzgado N° 56 para hacer la denuncia automáticamente se la hiló a otro expediente que él tenía por violencia de género (lo había requerido otra mujer por agresiones) y que quedó asentado que tenía antecedentes, cosa que yo no sabía, la jueza, sin embargo, ordenó la restitución de mi hija y en noviembre de 2014, nos obligó a regresar a Madryn", denunció a Infobae Carisa.



Al llegar a Puerto Madryn, las cosas empeoraron para Carisa y su hija de 5 años: "en teoría nos trasladamos para tener una fecha de advenimiento, pero al llegar a esa audiencia, la jueza me impuso una prohibición para salir de la ciudad. Eso automáticamente nos dejó en la calle porque jamás nos dio algún tipo de resguardo. Simplemente, le fijó al denunciado una cuota alimentaria de $1.000 por mes sabiendo que en Chubut yo no tenía ni familia, ni amigos, ni trabajo. Mi hija se quedó sin escolaridad mientras en Buenos Aires iba a la salita de 2 años y yo tenía mi trabajo, mi casa —recuerda apenada- Antes de separarme estuve un año recibiendo amenazas de que si lo hacía, me mataba o mataba a mi hija, que iba a quitármela y que iba a matar a mi familia. Terminé inmersa en una situación de amenazas de la que me costó mucho salir".



Sigue acercándose a mi domicilio al que llega drogado y se violenta al punto de que mi hija no quiere ir con el papá porque la trata mal, le pega y la deja encerrada en una habitación



Pese a la situación impuesta, Carisa logró instalarse en la nueva ciudad en la que se siente secuestrada. "Salí adelante, pero él sigue acercándose a mi domicilio al que llega drogado y se violenta al punto de que mi hija no quiere ir con el papá porque la trata mal, le pega y la deja encerrada en una habitación. Después de que la nena me cuenta eso, él me pega. Vuelvo a hacer una denuncia en la Comisaría de la Mujer y responden que ¡tardará 72 horas en pasar a la Fiscalía!... Tengo que volver a mi casa, sola con mi hija, mientras no me dan ningún tipo de respuesta. La jueza no aprueba las prohibiciones para que no se nos acerque. La única vez que lo hizo fue por 15 días siendo que él es reincidente en violencia y consumidor de drogas".



No hay acompañamiento ni asesoramiento a las víctimas



Carisa contó también que pidió el botón antipánico, pero no lo obtuvo pese a que hace 20 días se declaró a Chubut como provincia en emergencia por violencia de género debido a los últimos femicidios. "Ahí te das cuenta de que hay un manejo horrible en el sistema judicial, no hay acompañamiento ni asesoramiento a las víctimas y tampoco hay un equipo interdisciplinario capacitado que nos acompañe hasta lograr que nuestro agresor no se nos acerque más".



COMO EMPEZO LA HISTORIA



En la carta Carisa comienza relatando los episodios violentos que debió soportar por parte de su expareja. "-¡Callate puta!-, me dijo a los gritos mientras me sujetaba del pelo y presionaba mi cara contra la pared. -No servís para nada! ¡No te atrevas a denunciarme porque te mato! ¡Si le decís a tu familia te hago desaparecer! ¡Vos no tenés idea de quién soy yo, ni Dios te salva de ésta!-", detalla que le dijo en más de una oportunidad el hombre.



"-¿Y cómo lo voy a denunciar?, pensaba por dentro, si ya no tenía la posibilidad de emitir ni una palabra de tan hinchada y reventada que tenía mi boca, porque mis labios estaban rotos y sangraban... Es todo lo que recuerdo de ese día".



"Me convertí en una mujer más que no denunció, que se sometió a la manipulación de un hombre que se cree que por tener plata o ser portador de un apellido reconocido le da el derecho de agredir a alguien", contó la mujer y agregó "y así viví los últimos 12 meses que pude aguantar su violencia, sus golpes, su manipulación, su egoísmo, sus mentiras, sus infidelidades, sus borracheras, su vida de consumo desenfrenado".



Carisa contó que el hombre con el que vivía ese día regresó a su departamento fuera de control. Solía consumir todo tipo de estupefacientes pero esa vez había sido demasiado. "Lo vi entrar a casa mientras tenía a mi bebé en brazos y llegué a ponerla en su cuna. Se dirigió directamente hasta donde yo estaba. Quise correr y gritar, pero me dio un puñetazo en mis costillas que me dejaron sin aire y caí en el piso. Me costaba respirar".



"En pocos segundos logró arrastrarme hasta la cama, se subió sobre mi panza, me puso una almohada en mi cara, y me pegaba muy fuerte. En un minuto me dolía todo el cuerpo: mis costillas, mis riñones, mis piernas, mi cara. Me sangraba la boca mientras seguía con la almohada en mi rostro hasta que sentí que me faltaba el aire. Ahí mi cuerpo dejó de responder a las órdenes que emitía mi cabeza. Quería salir corriendo pero no tenía fuerzas", continuó relatando.



Carisa logró sobrevivir a la golpiza, no sabe qué fue lo que lo detuvo: si los llantos de su hija, si se dio cuenta lo que estaba haciendo. Pero logró escapar del lugar y pedir ayuda. El hombre se había escondido en el cuarto de su hija. "Él sacó la almohada de mi cara y sentí como el aire entraba por mi boca y mi nariz. Me miró y se puso de pie. Salí corriendo. Estaba descalza, tenía frío, tenía miedo, me temblaba todo el cuerpo"



"Llegó la policía y una ambulancia. Me hicieron muchas preguntas, pero yo solo les pedía que sacaran a mi hija del departamento. Él se había encerrado con ella adentro. Mi beba lloraba y a pesar del aviso del personal policial, no abría la puerta..." detalla en su escrito la periodista.



El Patagónico


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