Morir en cuarentena en Comodoro: cómo es la inhumación en tiempos de pandemia

La muerte es distinta por estos días. Quienes se van de este mundo no son velados ni tampoco pueden ser despedidos en el cementerio con una multitud, como sucede habitualmente ante la partida de un ser querido. Por estos días, son tiempos de protocolo, trajes de seguridad y protección. Morir en pandemia, la otra cara de un duro escenario.

Luis Correa (49) lo vivió en primera persona. En mayo falleció su papá y tuvo que despedirlo cumpliendo los protocolos que exige el coronavirus por estos días: sin velatorio, un máximo de 10 personas en el sepelio, con barbijo y cumpliendo la distancia social.



Correa es el director General de Mantenimiento de la Municipalidad de Comodoro Rivadavia, de quien dependen los cementerios Oeste y Kilómetro 9, donde por estos días todo es distinto, con atención de 8 a 18 hs, por número de DNI y domingo cerrado, pese al paso de fechas festivas como pueden ser el Día del Padre, el Día del Niño o el Día de la Madre, que se celebra este mes y que ocasiona un aumento en las visitas a los camposantos.



Es que la pandemia del coronavirus, como a toda la comunidad, impuso nuevas restricciones en los camposantos y el cumplimiento de medidas de seguridad para evitar contagios en los servicios fúnebres.



En Mayo en esta columna te contamos que en Comodoro se suspendieron los velatorios, y quien muere tiene una pequeña despedida en el sector donde antes se preparaban los muertos. Solo un reducido número de familiares puede acercarse a decir el último adiós. Pero esto no es todo, también hay restricciones en la inhumación. 



El fallecido sólo puede ser sepultado en tierra o cremado, ya que la posibilidad de ser sepultado en panteones o nicho está suspendida, al igual que los traslados. Mientras que el personal debe usar los trajes protectores descartables, la mascara, barbijo y guantes.



Correa admite que son tiempos difíciles, donde hay que explicarle a la gente la situación que se vive. Sin embargo, asegura que la mayoría lo toma de buena manera. 



“La gente no lo toma mal, lo comprende. A mi me paso cuando tuve que despedir a mi padre. También pasó con el Día del Niño, el Día del Padre, eventos que son importantes, pero la gente sabe que es un riesgo que estamos viviendo todos y trata de colaborar. A veces alguno se enoja, pero los directores en ese sentido tienen muy bien tacto para explicar, y no es que nosotros no queremos que ingresen, sino que tenemos que tener cuidado para todos: para ellos y para el personal que está ahí adentro”, explica.



Por estos días también es diferente la recepción del fallecido, y quienes lo despiden solo pueden ingresar de a grupos de 10 personas. Mientras que quienes por mueren por Covid son despedidos en soledad. Sus familiares recién pueden ingresar al cementerio una vez que el cajón fue colocado en su sitio final.



“Cuando llega el coche fúnebre no sabemos se desinfecta el cajón con agua y alcohol y se limpian las manijas antes de manipularlo. Pero no es que lo hacemos con pacientes con Covid, se trabaja igual para todos, independientemente de si tiene Covid o no, es una forma de proteger al personal. El trabajo en sí es el mismo, solamente que tenemos la adaptación al protocolo y un poco más de cuidado, sobre todo la protección cuando llegan los ataúdes. Además, los servicios se hacen con una cantidad máxima de 10 personas y tenemos un par de policías que están colaborando siempre”, explica.



MÁS ALLÁ DEL COVID



Hasta el momento en los cementerios no tuvieron casos positivos de coronavirus en el personal. Solo dos sospechosos: uno en cada camposanto. Para Correa esto es por la adecuada aplicación de los protocolos, algo que lo deja satisfecho.



En su caso hace 12 años está al frente de la Dirección General de Mantenimiento. Asegura que con el paso del tiempo la gente cambió la relación que tiene con el camposanto y que por esa razón es importante la próxima apertura del crematorio municipal en Kilómetro 9. 



Si todo sale en diciembre o inicio del año próximo podría estar inaugurado. “Estamos avanzando con la obra civil, tuvimos que hacer una obra de gas importante que ya empezó a desarrollarse. Es muy grande la inversión y el trabajo que hay que hacer, después vendrá la capacitación del personal porque vamos a tener que armar una dirección nueva”, explicó.



Y fue categórico respecto a su puesta marcha: “Será algo bueno. Acá somos muy cariñosos con los sentimientos, pero nos estamos dando cuenta que se van cambiando hábitos. La gente joven no va tanto al cementerio, como nosotros. Por eso también es bueno lo de la cremación porque van cambiando las épocas y las costumbres”.



A estos trabajos se suman otras obras interiores, como el aplanamiento del morro del Cementerio Oeste y el armado de un sector de 25 fosas por si el Covid se desborda, algo que lejos de parecer exagero es necesario. 



“Son 25 fosas que hasta el momento no se han usado. Es un área restringida que estamos cercando, un anexo al cementerio por cualquier inconveniente que se pueda suscitar. Muchos decían que no era necesario, que era muy rápido, pero teníamos que estar preparados”, afirma Correa.



La buena noticia, en todo este contexto de muerte, es que a diferencia de lo que se creía es bajo el número de fallecidos este año. Hasta ahora fueron sepultadas 539 personas. Mientras que en 2019 el número ascendió a 791 personas. La explicación, quizás está en la disminución de accidentes, incidentes violentos y otras patologías que disminuyeron producto del aislamiento.



Por lo pronto, como sucede en otras actividades, habrá que esperar para volver a la normalidad. Mientras tanto, seguirán pasando fechas especiales en que la gente no podrá ir a visitar a su familiar. Es que con la pandemia no hay sector ni lugar que no haya sido afectado. Solo queda cuidarse para no tener que pasar por esa dura experiencia. (ADNSUR)


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