Horror en Deseado: la historia de María Mercedes y el paso a paso de un horrendo crimen
María había juntado todo lo que tenía para ir a Puerto Deseado, donde la violaron, la golpearon y mataron a su hijo de cuatro años. Ahora solo quiere volver a Salta a enterrar a su pequeño.
María Mercedes tiene 44 años. Celso, su marido, tiene la misma edad y es carpintero. Viven juntos en una humilde casa en Rosario de la Frontera, en Salta. Pasados los 40 fueron padres de vuelta. El más chiquito, casi un bebé, tenía cuatro años.
Aun así, ella extrañaba a sus hijos mayores: una mujer adulta que vive en Buenos Aires y un hombre que trabaja y vive en Santa Cruz. A nadie en esta familia le sobra la plata. Los hijos mayores no podían ir a visitar a su mamá al Norte, así que ella juntó todo lo que tenía y emprendió viaje al Sur con el nene de cuatro años.
Pasó unos días en Buenos Aires para visitar a su hija mayor y unos días en la otra punta del país, en Puerto Deseado, un lugar que le gustaba a María Mercedes. Para ver a su hijo más grande y también para pasear por la costa con el más chiquito. Así empezó esta historia que terminó con el nuevo horror que conmueve al país.
El hecho ocurrió cerca de las 16 de la tarde del jueves 20 cuando María junto a su pequeño caminaban por la playa Cavendish, ubicada a poco más de un kilómetro del centro de la localidad balnearia de Puerto Deseado.
En ese momento ambos fueron sorprendidos por dos hombres que los amenazaron, la obligaron a caminar hasta una cueva, ya que el lugar está rodeado de acantilados, y luego la atacaron con el objetivo de abusar sexualmente de ella.
Según lo que relató, en medio del ataque sexual y mientras uno de los agresores amenazaba a su hijo con un cuchillo, la mujer se desvaneció, por lo que los delincuentes, al creerla muerta, se llevaron al chico, a quien finalmente asesinaron a golpes y dejaron abandonado su cadáver en la misma zona, a pocos metros de donde se hallaba su madre.
Marcha
Ese mismo día la convocatoria a una marcha para reclamar justicia circuló apenas conocida la noticia de lo que había ocurrido y miles de personas protagonizaron la movilización más grande de la que tenga registro.
La multitud empezó a caminar de forma lenta, entre gritos de ‘¡Justicia!’ que no terminaron hasta ya caída la tarde. El primer destino fue la Comisaría de Puerto Deseado, donde varios vecinos y vecinas aprovecharon los micrófonos de los medios de comunicación para contar sus experiencias con la inseguridad.
“Mátala que nos vio”
Cecilia Oyarzo se encontraba en el autódromo Ramonín Fernández junto a su hermana, su esposo y su sobrino cuando al momento de retirarse vieron a la víctima ingresar al SUM del lugar solicitando ayuda: “Nos pegamos un susto bárbaro, estaba bañada en sangre y sin calzado, pidiendo auxilio», relató la primera mujer que auxilió a la madre del niño.
La testigo contó que le dieron un vaso de agua y la contuvieron hasta que llegó la policía, mientras la mujer les contaba que había llegado de Salta «a visitar a su hijo que trabaja en una maderera y que vino con el hijo menor de 4 años, que después nos enteramos que fue asesinado».
«Dijo que el hijo mayor la acercó hasta un paraje que se llama Cavendish, muy rocoso, con paisaje hermoso y que a ella le gusta. El hijo la dejó para que se quede un rato mientras él trabajaba y la abordaron dos masculinos con un arma blanca, que la obligaron a mantener relaciones, es decir, la violaron», añadió Oyarzo en declaraciones televisivas.
Sobre el horario en el que ocurrió el ataque, Oyarzo estimó que fue cerca de las 14 y señaló que por un golpe que recibió en la cabeza la mujer se desmayó y recién cerca de las 15.30 la vieron cuando llegó a pedir auxilio.
«Dice que la golpearon para matarla, porque uno, según contó la señora, le comentaba al otro ‘matala que nos vio’ y ahí le dieron con una piedra en la cabeza y se llevaron al nene y su celular», añadió.
Detenciones y liberaciones
Durante el viernes 21 se desarrollaron una serie de medidas judiciales y detenciones de sospechosos. Pero tal como informó El Diario Nuevo Día estos los sospechosos que tenían manchas de sangre y sus rostros lastimados, el juez los dejó libres. Con el correr de las horas se supo que uno de los liberados es quién fuera reconocido más tarde por María.
El juez Oldemar Villa, de Puerto Deseado, no había ordenado ninguna medida y luego de cumplirse el tiempo legal de 6 horas, ambos sospechosos quedaron en libertad.
La fortaleza de María
Este sábado 22 de febrero fue clave en la causa y tal como explica el colega Juan Manuel Saborido en su nota para ADN24Digital “la fortaleza de María fue determinante para ordenar el procesamiento de dos personas”.
El sábado 22 de febrero en el Juzgado de Primera Instancia de la ciudad de Puerto Deseado se llevaron adelante las investigaciones para intentar resolver el macabro suceso.
María fue consultada si estaba en condiciones de declarar en sede judicial. Cerca de las 10:30 accedió a las distintas tareas para contribuir en la causa como única testigo directa. La clave siempre fue “no revictimizar a la víctima” y bajo esa consigna se avanzó.
El juez Oldemar Villa salió en dos oportunidades, una por la mañana y otra por la tarde solicitando a los vecinos que se manifestaran sin hacer ruido, ya que podría generar que la víctima se bloqueara.
María se descompensó cerca de las 16 y fue conducida al hospital para estabilizarla. Posteriormente retornó al juzgado para continuar con las pericias.
Adentrada la tarde, se efectuaron tres rondas de reconocimiento de cuatro personas cada una, en las que los sospechosos estaban intercalados. A los cuatro detenidos les hicieron el hisopado para comprobar sus ADN.
Como consecuencia de la misma, surge el reconocimiento de una persona de aproximadamente 24 años de apellido Alvarado quien padece de esquizofrenia y cuenta con antecedentes por abuso. Sucede que esta condición mental, no lo priva de saber su accionar al momento de perpetrar el macabro hecho. Además, tiene heridas defensivas que fueron constatadas por las autoridades intervinientes.
También fue reconocido un menor de edad. Se supo que ambos son amigos.
María fue violada con su hijo aún con vida. En pleno acto le dijeron muchas frases denigrantes que jamás se olvidará como así tampoco sus voces.
Tiene un corte en el cuello hecho con un arma blanca, golpes en los brazos, el cuerpo y 50 puntos de sutura en la cabeza, productos de los múltiples golpes de piedras y rocas que le asestaron sus agresores, dándola por muerta. Luego sobrevino lo peor, cuando le pusieron fin a la vida de su pequeño.
En esa rueda de reconocimiento, les hicieron repetir a todos esas frases que recordaba María, inclusive “yo no vuelvo a la cárcel” contundentes al momento de sindicarlos como autores materiales.
Dos testigos baqueanos, transitaban por la zona y vieron a dos perros: uno mediano, color amarillo y otro grande color negro y a dos personas caminando. Como el perro de porte menor se acercaba demasiado a la camioneta, centraron la vista solo en los perros.
En el inicio de las declaraciones de María, fue consultada por la presencia de animales. En principio, no hacía memoria, hasta que el sábado recordó a un perro de color amarillo y que ladraba mientras daba vueltas alrededor en pleno acto de salvajismo.
Las pericias indicaron que dicho perro contaba con muestras hemáticas que no eran de su propio cuerpo, las que son motivo de identificación. Otro dato es que en un allanamiento encontraron atados a ambos perros, aumentando las sospechas de los investigadores.
María cuenta con la mejor contención familiar y profesional, tanto del cuerpo médico local como de la fuerza de seguridad nacional que llegó a la ciudad para contribuir con la familia Subelza, ya que uno de sus hijos pertenece a Gendarmería.
Volver
“María está muy cansada, y solo quiere volver a Salta lo antes posible para sepultar a su pequeño hijo”. (Fuentes Propias, ADN24Digital, Minuto Uno, El Trece y El Patagónico)