ACADEMICAS

Una historia de superación: De trabajadora doméstica a enseñar en la Universidad Pública en Santa Cruz

"Leí en un diario que estaba abierta la inscripción por Artículo Séptimo. No sabía bien qué era", cuenta. A pesar de sus dudas, se acercó a la UNPA, rindió el examen de postulación para estudiar en la Universidad y lo aprobó.

Redacción Nuevo Día
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Miriam pasó décadas limpiando casas, lavando, planchando y fregando pisos desde sus 15 años de edad. Por la obligatoriedad de la Educación terminó la Primaria, pero la Secundaria quedó fuera de su alcance por razones económicas. "Pero nunca me di por vencida", expresa, cuando recuerda su eterno sueño: ser docente, estar frente a un aula, habitar lugares donde la acción principal sea "aprender y aprender".

"Leí en un diario que estaba abierta la inscripción por Artículo Séptimo. No sabía bien qué era", cuenta. A pesar de sus dudas, se acercó a la UNPA, rindió el examen de postulación para estudiar en la Universidad y lo aprobó.

Esta oportunidad se ampara en la Ley de Educación Superior, que permite a personas mayores de 25 años sin título secundario postularse para estudiar en la Universidad.

En 2003, con 35 años de edad, ingresó como estudiante al profesorado en Educación. Hoy, la profesora Miriam Lucero es ayudante de docencia en las unidades académicas de Caleta Olivia y San Julián de la UNPA, y está por completar su Maestría en Educación en Entornos Digitales.

El contexto social, familiar y las responsabilidades podrían haber detenido sus sueños académicos. Había transcurrido mucho tiempo en el que estuvo alejada de la escolaridad. "No tenía estudios secundarios", explica.

Pero la sede universitaria de Caleta Olivia fue el lugar donde se abrieron las puertas a sus sueños.

Cuando le preguntan cómo lo logró, ella prefiere hablar de su proceso educativo, ya que cierta épica del "ejemplo" del esfuerzo individual la incómoda. Su travesía universitaria estuvo marcada por dudas y vaivenes, más que por certezas.

Contexto social, familiar, de épocas, más las responsabilidades podrían haberle derribado sus sueños académicos. Cuando ingresó tenía ya 35 años, casada, con tres hijos, y había pasado las últimas dos décadas sin haber estado en contacto con la más mínima actividad escolar.

"Tomé aquella decisión de postularme por el Artículo Séptimo porque yo no tenía estudios secundarios. En el año 1983 había terminado la Escuela Primaria, y nunca había estudiado, hasta el año 2001, cuando hice un año en la escuela nocturna secundaria, pero aquel fue un año de transición ya que después me vine a vivir con mi familia a Caleta Olivia, con mi esposo y mis tres hijos", narró.

El examen de postulación no le resultó difícil porque, según comentó, ella proviene de una generación "distinta", en la cual, al no haber "tanta tecnología", "éramos bastante lectores" de libros. Aunque, confiesa, que le resultó más difícil los días previos al "ingreso" a la carrera, "porque yo tenía la representación social de que la Universidad era para jóvenes, para chicos muy jovencitos". Finalmente, esos compañeros "jovencitos" junto con su gran empuje le permitieron llegar hasta el final.

PERTENECER AL ÁMBITO DE APRENDIZAJE

Desde chica quiso ser docente, y durante su transitar como alumna en los ámbitos de la universidad, se sintió cómoda y que pertenecía a este "lugar" de aprendizaje constante.

"Me costó un poco adaptarme en los primeros años como estudiante universitaria, tener trato con aquellos textos más complejos, que eran cosas que uno aprende en la secundaria y que yo no las había visto. Porque, además, hay otro tipo de comprensión en el leer para uno que para realizar un trabajo", rememora.

"Cuando obtuve el título fue una emoción muy grande. Fui primera generación universitaria de mi familia, y era algo que tenía pendiente conmigo misma, no porque se lo debiera a nadie. Más allá de que mi familia me apoyó siempre, y mis amigos, todos me han incentivado a seguir. Y es una oportunidad única, de tener una profesión, oportunidad que la conocí acá, en la sede de Caleta Olivia", reafirma, sin dejar de lado el desafío político que atraviesa la Universidad pública en estos tiempos.

"Siempre fui muy emprendedora, y no suelo darme por vencida fácilmente, y si bien nunca tuve en claro que iba a tener un título universitario, sí tuve en claro que quería estudiar algo. Creo que, en su momento, ya con el secundario hubiera estado feliz", reitera.

Su trayecto académico avanza. Ahora es ayudante de docencia en la unidad académica Caleta Olivia, en la materia "Análisis y Producción del Discurso", dentro de la carrera de Turismo; y en la Unidad Académica de San Julián, en Sociología, en la carrera de Enfermería. Hace poco se postuló para dictar unas horas en el IPES (Instituto Provincial de Educación Superior).

Ahora más que nunca ella está absolutamente convencida de que: "la Universidad Pública es algo que tenemos que defender porque, así como yo lo logré, lo pueden hacer otros, y no importan los años que tenés. Y esta posibilidad de ejercer una profesión, en lugares tan aislados del resto del país, como Santa Cruz, es super importante que no la perdamos, que sigamos peleando por este derecho porque mucha gente como yo ha logrado tener un titulo gracias a la universidad pública que tenemos en la Argentina".

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