Ayer se concretó el preestreno de "Néstor Kirchner, la película"

El preestreno de "Néstor Kirchner, la película", dirigida por Paula De Luque, se vio el sábado  en un colmado Luna Park, en un hecho que trascendió lo cinematográfico para transformarse en un fenómeno político multitudinario.

Producida por Tochineki, cuyas cabezas más visibles son Fernando "Chino" Navarro y Jorge "Topo" Devoto, el filme recoge material de archivo y lo suma a testimonios rodados al efecto, en una suma que sorprende por la calidad de su factura.

Cualquiera puede ir con la precaución de hallarse con un producto a pedido, de compromiso, pero lo que se ve en la pantalla supera ampliamente el patrón propagandístico, ya que De Luque logra una obra de difícil equilibrio donde el dato específico se cruza con la emoción más desbocada.

Puede decirse que la eficaz música de Gustavo Santaolalla ofrece momentos de intensidad dramática al asunto, así como que la fotografía de Marcelo Iaccarino es de una gran belleza o que los efectos de sonido del habitual músico Iván Wyszogrod logran aportar sorpresas, pero no es todo.

Nada sería lo mismo si el protagonista de este documental no fuera Néstor Carlos Kirchner, un hombre que además de haber sido el presidente que cambió el rumbo de la política argentina en 2003 logró instalarse en el alma de gran parte de la población.

Por eso el preestreno de la película fue un acto político, una fiesta, un ejercicio de la memoria y el sentimiento, porque ese "pingüino" de ojos desiguales logró en su pueblo una adhesión que fue más allá del simple liderazgo, mal que le pese a algunos que pugnaron por correrlo por izquierda.

Más allá de los personajes públicos que asistieron a la proyección -el "Pato" Fillol, la "Tigresa" Acuña, Ricardo Forster, Orlando Barone y políticos como Daniel Scioli, Juan Manuel Abal Medina, Débora Giorgi, Agustín Rossi y una lista larguísima- la mayor energía llegó desde las tribunas.

Allí estuvieron las agrupaciones juveniles a las que solo les faltó el bombo -menos mal- y que hicieron de la premiere una demostración de amor por su dirigente, ése al cual no consideran muerto y que contienen para siempre en sus corazones.

Lo manifestaron a su modo barrial, murguero, con versos de cancha que compartían con otros espectadores, gente suelta o en pareja que se prendió con palmas o los dedos en V, chicos y grandes, personas mayores que seguramente añoran la Argentina previa a 1955.

Como cine, "Néstor Kirchner, la película", que vivió diversos avatares hasta caer en manos de Paula De Luque -directora de la premiada "Juan y Eva"-, tiene la gran virtud de eludir la demagogia, usa sus materiales de diversas épocas con serenidad y recurre al golpe de efecto solo cuando es necesario.

Del mismo modo que Leonardo Favio subtituló "Sinfonía del sentimiento" su película sobre Juan Domingo Perón, ésta es una obra que acude a la memoria colectiva acerca de un hombre que fue humano e imperfecto y se hizo querer por gran parte del pueblo.

Lejos de la canonización, la obra de De Luque apela inclusive al humor, como cuando el flamante presidente recibe en 2003 una lastimadura a causa del mal movimiento de un fotógrafo y luego aparece con una expresión inefable y una curita en la frente.

Además del material de archivo, hay testimonios de Máximo Kirchner y de las madres de Néstor y Cristina sobre los primeros años de la pareja en La Plata, su tiempo en prisión, el refugio en Río Gallegos, los nietos, ellos dos en familia y militando.

Hay también entrevistas a compañeros de ruta y gente del común que encontró su destino después de 2003, como Facundo Nolasco, un chico del Jujuy profundo que pudo ser violinista con un instrumento enviado por "el señor presidente" y que había pertenecido a Miguel Angel Estrella.

El mismo tímido Facundo que compartió el escenario con Víctor Heredia y Lito Vitale minutos antes de la proyección y que, en esos momentos, habrá pensado que en la Argentina de hoy hay lugar para los sueños.

El preestreno de "Néstor Kirchner, la película" coincidió con el Día de la Militancia, a 40 años del primer regreso del general Perón a la patria, en 1972, y se concretó en el Luna Park, ese estadio porteño que asistió en 1945 al encuentro entre un coronel de creciente liderazgo y una actriz de radio llamada Eva Duarte, una pareja que vendría a cambiar la historia.

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