El cáncer, peor que el covid-19: ¿qué tan cerca estamos de una vacuna?

El año pasado murieron más de 10 millones de personas por cáncer. Esto es cinco veces más que los muertos por el nuevo coronavirus. Así lo informó la Organización Mundial de la Salud con motivo del Día Mundial contra el Cáncer.



No solo se murió de COVID-19 en 2020. En el mismo año, unas 10 millones de personas fallecieron por cáncer, más de cinco veces más que por el nuevo coronavirus, según datos publicados por la Organización Mundial de la Salud (OMS) con motivo del Día Mundial contra el Cáncer. 



A estas muertes, se sumaron las víctimas colaterales de la situación de emergencia que vieron cómo recibían un diagnóstico tardío o sufrían retrasos en el inicio de sus tratamientos por la saturación de los sistemas sanitarios de sus países. 



Entre marzo y junio de 2020, a consecuencia del confinamiento, se detectaron en España un 21% menos de nuevos casos, según datos de la Asociación Española de Comunicación Científica (AECC). 



Sin embargo, el cáncer no dio tregua, con 19,3 millones diagnósticos en el último año, en todo el mundo. Actualmente una de cada cinco personas padecerá cáncer a lo largo de su vida. La OMS advierte que para 2040 el número aumentarán hasta en un 50%. 



Con las vacunas más que nunca de plena actualidad, ¿podrían poner fin no solo a la pandemia del coronavirus? 



Las vacunas se administran para conseguir una inmunidad duradera al inocular partes atenuadas o inactivadas de una enfermedad para enseñar al sistema inmunitario a defenderse.



La única enfermedad que ha sido completamente erradicada gracias a la vacunación ha sido la viruela, un virus con altas tasas de mortalidad - el 30% de los infectados fallecía - y que se caracterizaba por la aparición de pústulas pudiendo desencadenar en una fatal respuesta inflamatoria.



La última persona diagnosticada con esta enfermedad data de 1977, tres años más tarde la OMS certificó su erradicación.



El final lo escribió una vacuna que consistía en inyectar el virus vaccinia, aislado por primera vez en caballos y similar al de la viruela, en personas sanas para producir una enfermedad leve y educar al sistema inmunológico antes de que se contagiara del letal virus.



Aunque este ha sido el caso más exitoso, la lista de enfermedades que la vacunación ha conseguido reducir a su mínima expresión es extensa: difteria, poliomielitis, sarampión, tétanos...



Las vacunas que ya existen contra el cáncer 



En la actualidad ya existen vacunas que pueden prevenir algunos tipos de cáncer, pero el reto es que la mayoría de los casos no tienen su origen en un agente infeccioso como un virus o una bacteria, explica a Euronews el investigador Rubén Pío, director del Programa de Tumores Sólidos de la Universidad de Navarra.



"Hay que distinguir entre vacunas preventivas y terapéuticas", señala Pío, "la vacuna de la COVID, por ejemplo, es preventiva porque la recibes cuando estás sano para activar los mecanismos de defensa contra el agente infeccioso".



Así también se puede entrenar al sistema inmunitario a defenderse de los virus que pueden provocar cáncer, pero solo un 25% de los casos son causados por una infección, según datos de la OMS.



Por tanto, el campo de las vacunación preventiva contra el cáncer no es muy extenso, pero existen ejemplos.



La más extendida es la vacuna contra el virus del papiloma humano (VPH), indica Pío, que es una infección que puede causar cánceres de cuello de útero o de garganta, entre otros. Otra vacuna que puede prevenir algunos casos de cáncer, en concreto el de hígado, es la de la hepatitis B.



Pero las posibilidades de la vacunación contra el cáncer no solo se limitan a la prevención. "Tambien puedes utilizar vacunas terapéuticas, que enseñan a tu sistema inmune a reconocer el tumor cuando ya está presente", explica el investigador.



Pío cita por ejemplo la vacuna Heberprovac para tratar el cáncer de próstata avanzado desarrollada por científicos cubanos y que amplió su ensayo clínico en 2019.



Otro ejemplo, señala el investigador, es la terapia del bacilo de Calmette-Guérin (BCG) que se utiliza para tratar el cáncer de vejiga "inyectando un virus atenuado parecido al de la tuberculosis para generar una respuesta inmune que ataca al tumor".



Una enfermedad distinta en cada persona 



Otro gran obstáculo de la vacunación contra el cáncer es que la enfermedad es distinta en el genoma de cada persona, a diferencia de lo que puede ocurrir con un virus como el del coronavirus que es universal.



Con el cáncer, Pío explica que los daños en el ADN de cada persona cambian y se necesita algo especifico de ese tumor para hacer una vacuna, por ejemplo, no hay un antígeno universal para todos los cánceres de pulmón.



"No solo no hay dos cánceres iguales, sino que en la misma persona va evolucionando", señala el investigador, por eso hay tratamientos que dejan de funcionar después de un tiempo en algunos pacientes. "Nunca se puede decir nunca en ciencia pero parece dificil que se puedan secuenciar las alteraciones de un tumor en concreto para diseñar una vacuna universal".



La investigación está avanzando hacia la medicina oncológica pesonalizada, gracias al desarrollo del conocimiento sobre el genoma humano y de tecnologías que permiten secuenciar las alteraciones específicas de cada paciente, explica Pío.



La clave de todos estos avances - que se engloban en el campo de la inmunoterapia - es comprender cómo responden las defensas del cuerpo al ataque de las células tumorales. Las vacunas son solo una de sus estrategias, señala Pío.



La esperanza en el sistema inmune 



El cáncer ha sido la primera causa de muerte durante el último medio siglo, comenzaba su discurso de aceptación del Premio Nobel de Medicina el inmunólogo japonés Tasuku Honjo, y la tendencia se agrava aún más a medida que aumenta la esperanza media de vida.



Reside en descifrar los secretos de nuestros sofisticados sistemas inmunitarios que este pronóstico no sea lúgubre.



Así lo explicaba Hojo al recibir el mayor galardón en el campo de la Medicina en 2018 por sus avances en el tratamiento del cáncer a través de la inmunoterapia:



"¿Cómo pudimos desarrollar un sistema de reconocimiento inmunológico tan sofisticado que emplea el reordenamiento genético? El mecanismo de reordenamiento genético debe haberse desarrollado accidentalmente, probablemente hace unos quinientos millones de años, cuando los vertebrados evolucionaron. A partir de entonces, debió de persistir a través de la selección natural debido a la ventaja de sobrevivir a las enfermedades infecciosas".



Y concluye: "Teniendo en cuenta que la probabilidad de tal mutación y selección debe ser increíblemente baja, los seres humanos somos muy afortunados".



Los avances en Medicina se centran en que nuestra suerte como especie un día nos pueda llegar a inmunizar contra todo tipo de cáncer.



Euronews. 


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