Fitz Roy y los secretos de la montaña

Está ubicada en El Chaltén. En los tres meses de este año hubo otras tantas tragedias donde murieron andinistas, casi todos extranjeros. Paredes escarpadas, nieves eternas, aludes inesperados sorprenden a quienes se atreven a desafiarla. La palabra de especialistas.

El Chaltén es un pueblo tranquilo. Fue el último fundado en la Argentina. Bien al sur, tiene apenas 1.600 habitantes permanentes. Es una villa del Parque Nacional Los Glaciares, en Santa Cruz y una vía de acceso a los senderos que rodean las cimas del cerro Torre y el Monte Fitz Roy al noroeste.



Cerca de Fitz Roy hay un sendero que llega al mirador Laguna de los Tres. Al noroeste de la aldea está la laguna Capri con vista a las montañas. El Fitz Roy, la montaña de 3.400 metros rompe todos los veranos con la monotonía del pequeño poblado. Convoca a andinistas de todo el mundo, los más especializados, los que juegan en un delicado límite entre la vida con la muerte. Las paredes de la montaña son de las más difíciles del mundo para escalar y es uno de los máximos desafíos de quienes pretenden ganarle la batalla llegando a su cumbre.



Sólo en lo que va del año, hubo tres accidentes. Tres tragedias que le costaron la vida a tres andinistas extranjeros y le provocaron heridas serias a otros tantos. En 2019 un andinista checo murió y dos brasileños siguen desaparecidos. Sus cuerpos nunca fueron encontrados. Los accidentes han sido innumerables desde que la llegada al Fitz Roy se simplificó con la creación de El Chaltén por el conflicto limítrofe con Chile por los Hielos Continentales.



La montaña esconde el secreto de sus laberintos helados, de sus avalanchas imparables, de paredes escamadas por donde intentan deslizarse las decenas de escaladores que año tras año juegan entre la hazaña y la tragedia.



El 7 de enero de este año el alemán Robert Grasegger murió cuando lo sorprendió una avalancha. Estaba con su novia Anna Truntsschig, una austríaca que sobrevivió. Un mes después otra tragedia tuvo repercusión internacional: el reconocido andinista italiano Corrado “Korra” Pesce murió mientras intentaba ganar la batalla a una de las paredes más complicadas del Fitz Roy. Lo acompañaba el argentino Tomás Aguiló quien sufrió múltiples traumatismos, pero sobrevivió. El cuerpo de “Korra” fue encontrado cuando un helicóptero lo divisó colgado de su cuerda de ascenso sin signos de vida.



El 16 de marzo pasado, un andinista murió y otros dos resultaron con graves heridas al caer en la Brecha de los Italianos, un cañadón de hielo y nieve de 300 metros de largo. Nunca se conocieron oficialmente los nombres de las víctimas. Fue el tercer accidente en apenas tres meses de 2022. Si bien para los expertos estos accidentes “no son muy comunes en la historia de la montaña más austral de la Argentina”, es una de las más complicadas del mundo. Por eso atrae tanto.



Pero no cualquiera llega hasta el pie. “Estos ascensos son escaladas que responden a gran dificultad. Estos montañistas son alpinistas de elite que están buscando y haciendo itinerarios nuevos y más comprometidos”, expresan especialistas en el tema.



Rodrigo Reveco (uno de los creadores de la cápsula que salvó a 33 mineros atrapados en una mina de Chile y que trabajó en el operativo en el terremoto de Nepal en 2015) explicó a medios de Santa Cruz que “cuando se quiebra la pared de un cerro arrasa con todo. Son cientos de kilómetros de hielo, no es nieve. Y cuando este hielo golpea contra las rocas fractura la geografía y se arma una masa de mucho poder”. Y recalcó que “cuando estás haciendo una ruta nueva es como ir a ciegas”. Esto es lo que ocurrió con “Korra” Pesce y su compañero.



El Fitz Roy es visto en el mundo como una de las cumbres más pretendidas por los andinistas. Pero también una de las más peligrosas. Los accidentes se multiplicaron y varios de ellos se convirtieron en tragedias para el mundo que han creado quienes viven con la adrenalina al máximo.



Pero nada los detiene. Para los alpinistas, sobre todo los de elite, llegar a la cumbre del cerro de El Chaltén representará haber vencido a un gigante difícil de domar. Por eso cada verano la tranquilidad pueblerina del pueblo se ve interrumpida por la llegada de quienes pretenden vencer al gigante, mezclarse entre sus paredes nevadas, desafiar sus aludes y paredes escarpadas, meterse en el corazón de una montaña que muchas veces no perdona.



Por Carlos Guajardo / Redacción Jornada


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