Historias de vida: hace 30 años se fue a vivir a una cabaña en Los Antiguos

Transcurrieron tres décadas desde ese momento epifánico que llevó a Guido Vittone a explorar la zona de la Patagonia austral y prometerse que un día ese sería su lugar en el mundo. Promesa que cumplió cuando, a sus 28 años, después de haber viajado por Europa y Asia , se quedó en el pueblo Los Antiguos.

Como si hubiera materializado un mandato de origen, Guido -cuyo significado es “guía”- Vittone lidera recorridos por los caminos más inexplorados de la Patagonia y destaca cuáles son los tres hitos que los amantes de la naturaleza no pueden dejar de visitar en Santa Cruz.





Recuerda bien aquella mañana del 9 de febrero de 1992. Se despertó poco antes del amanecer, después de una noche lluviosa, en el pueblo de Bajo Caracoles, con la vista de un hermoso paisaje dorado. Eran las laderas del Cerro San Lorenzo, en la provincia de Santa Cruz, que a esa hora reflejaban los nacientes rayos de sol provocando ese efecto deslumbrante que a sus cortos 21 años lo despertó como nunca antes. Y no solo porque la luz le anunciaba que ya era hora de levantarse para vivir una nueva jornada. Al mismo tiempo estaba asistiendo a otro tipo de vivencia. Tal vez, ese resplandor le estaba anunciando un nuevo comienzo, acaso un despertar espiritual.





Transcurrieron tres décadas desde ese momento epifánico que llevó a Guido Vittone a explorar la zona de la Patagonia austral y prometerse que un día ese sería su lugar en el mundo. Promesa que cumplió cuando, a sus 28 años, después de haber viajado por Europa y Asia trabajando para una ONG como coordinador de viajes educativos juveniles, se quedó en el pueblo Los Antiguos, para integrarse como uno más de la comunidad.





“En 1998 encontré mi lugar al pie del Cerro San Lorenzo, el más alto de Santa Cruz, y desde entonces se podría decir que sigo ahí. Llegué solo, con un proyecto en ese campo, alejado del pueblo aunque a pocos kilómetros de distancia de Los Antiguos.”, recuerda.



Como hizo Henry David Thoreau, autor de Walden, donde narra su vida en el bosque, Vittone se entregó a una rutina de ermitaño. “El campo está en un lugar remoto, difícil de acceder”, cuenta. “Me fui a un lugar muy aislado, el camino terminaba de un lado del río y había que cruzarlo a caballo, para poder hacer un proceso interno de fusión con la naturaleza.”, evoca Guido. Y reconoce que cuando vivía en la ciudad nunca fue “un bicho muy sociable”. El desafío en ese entonces fue aprender a desprenderse de muchas cosas, de lo material sobre todo. Subyacente, siempre, estaba la añoranza de una profesión de explorador, cuando todo estaba por descubrirse en la Patagonia. “Me hubiera gustado ser como Darwin, un pionero que encuentra un lugar y se abre camino en la naturaleza.”, señala.



Un nombre como un mandato





Guido Vittone nació en Buenos Aires en 1970. Creció en el conurbano pero jamás se sintió un bicho de ciudad. “Mis padres eran aventureros, personas fuera de lo común, que nos llevaban a mí y a mis hermanos a visitar lugares poco conocidos del país. Nuestras vacaciones y escapadas siempre fueron en carpa y las montañas siempre fueron un imán para mí”, retoma Guido.



Los secretos de la Patagonia



Ese primer contacto con la geografía fue moldeando su vocación de explorador. Se dio cuenta que lo que deseaba era conocer los secretos de la geología, la historia y estudiar los terrenos de la naturaleza en toda su extensión. Por eso, eligió recorrer el mundo para finalmente asentarse en la Patagonia y, especialmente, ser autodidacta. “Estudié varias carreras que quedaron inconclusas por mi deseo de viajar, pero nunca paré de estudiar y aprender.”, señala el guía. Sin haberle puesto demasiado empeño, el hecho de hablar perfecto inglés, resultó una habilidad clave en la sucesión de hechos un poco planeados, otro poco casuales, que lo llevaron a irse arraigando al lugar.



“La comunidad me abrazó y yo la abracé; fue mágico.”, revela Guido. “Ese primer invierno del 2000, cuando llegué a Los Antiguos, me vinieron a buscar a mi casa porque necesitaban un profesor de inglés. Enseñar era algo que no estaba en mi radar pero me dediqué varios años a la docencia y es algo que agradezco, hasta que empecé a guiar a grupos de viajeros y a asesorar en emprendimientos en la zona.”, reconoce.



Luego vinieron los tres hijos y su crianza en una chacra, rodeados de animales y cultivos de frambuesas, cerezas (el lugar es conocido como “la capital nacional de la cereza”) y otras frutas finas. Nada, sin embargo, lo alejó de su pasión por las montañas y por ampliar los horizontes de exploración y aprendizaje. Es algo así como una misión. Como si estuviera impresa en su documento de identidad y se hubiera materializado un mandato de origen, Guido, cuyo significado es “guía”, sigue liderando recorridos por los caminos más difíciles de la región. Muchos de estos datos los comparte en su blog 47sur.com, donde detalla características de los lugares que pueden visitarse.



El matrimonio duró quince años, pero nada cambió demasiado desde la separación de la pareja ya que todos siguen estando arraigados en la comunidad.



Los Antiguos, la región del Gran lago y el noroeste de Santa Cruz



Aunque autodidacta, Vittone es un guía de montaña, reconocido como experto en geología, historia y botánica; trabaja como consultor y asesor en proyectos de conservación y emprendimientos en la zona norte de Santa Cruz y en la Patagonia. Conoce los hitos de la ruta 40 y los rincones menos explorados de uno de los circuitos turísticos alternativos que atrae a los amantes de la zona austral, el de la ruta 41. Cada año llegan más viajeros, especialmente aquellos que ya conocen los centros turísticos de la región, a este camino de pueblos llenos de historias, maravillas naturales y ecosistemas que todavía permanecen intactos. Hay que ir con tiempo y predisposición a bajar varios cambios para recorrer esa parte menos promocionada por la industria turística, por eso Guido suele acompañar y convertirse en un consultor generoso para quienes se encuentran a lo largo del camino.



La magia de Los Antiguos y el centro del mundo



Los Antiguos es un lugar mágico, un oasis en el que dos importantes ríos transforman un rincón de la estepa al pie de Los Andes. Solo recientemente se van descubriendo sus atractivos y se lo empieza a considerar un destino en si mismo. Es una buena base para visitar Cueva de las Manos y los cañadones del rio Pinturas, los múltiples paisajes de la Ruta 41, y para iniciar un circuito hacia Chile. Además se puede visitar la ex estancia La Ascensión, ahora parte del Parque Nacional Patagonia.



Pero una cosa es llegar al lugar y otra es acceder a sus secretos, descubrir por debajo de lo que se percibe con la mirada, otras dimensiones de la existencia: el tiempo, las fuerzas de la naturaleza, las historias guardadas bajo las piedras. El paisaje toma otra dimensión cuando se explican las glaciaciones y el volcanismo de la región, las variaciones del nivel del lago y los cambios en su hidrografía. “Este escenario natural está habitado desde hace diez mil años y la importancia de la meseta del lago Buenos Aires es tal que sobre ella se ubica el centro del mundo según la mitología tehuelche.”, cuenta Guido.



Misioneros como Mascardi y exploradores galeses llevaron adelante las primeras expediciones en la zona. “La desviación del rio Fenix por el Perito Moreno en 1898, la cuestión de límites y la llamada Guerra de Chile Chico en 1918 fueron resonantes hechos históricos casi olvidados en el presente. Las historias de pioneros, los grandes proyectos que no se materializaron, y la violenta erupción del volcán Hudson en 1991 son otros sucesos que vale la pena conocer.”, enuncia el experto.



“Los Antiguos tiene mucho para ofrecer a visitantes curiosos: su geografía, producción e historia puede experimentarse de distintas maneras: con recorridos guiados por lugares que solo conocen algunos vecinos, charlas, y experiencias alternativas como astroturismo, que permite integrar conocimientos ancestrales con el impresionante cielo nocturno de este rincón de Patagonia.”, recomienda Vittone.



Además, detalla que en Los Antiguos se puede hacer base para salir a recorrer los Andes a través de las praderas y bosques bordeando la frontera. Es una propuesta que complace, sin dudas, a los amantes del senderismo, el trekking y el running. Otras actividades que se suelen practicar en la zona son mountain bike, avistaje de fauna autóctona, pesca con mosca desde la costa o embarcados, paseo en lancha, y deportes náuticos a vela o remo.



Paradas recomendadas por la ruta 41



Quienes visitan Los Antiguos no suelen quedarse únicamente allí, dado que uno no va siempre a La Patagonia y lo que quiere es conocer todo lo que se pueda en un tiempo limitado. Dicen que por lo menos hay que disponer de seis días y un buen automóvil, idealmente una camioneta equipada para transitar los caminos de piedras que abundan por la región.



Partiendo desde Los Antiguos, ubicado a 50 kilómetros de la ciudad de Perito Moreno, se desciende por la ruta 41 Norte, una panorámica espectacular que corre paralela a la frontera con Chile y rodea a los montes Zeballos, Colorado y el Paso Roballos. Una cortada llega hasta el asombroso itsmo de los lagos Posadas y Pueyrredón, una franja de tierra de 4 kilómetros de largo y 100 metros de ancho, en la que se pueden apreciar la diferencia de colores de los dos cuerpos de agua, uno azul profundo y otro celeste glaciar. En el itsmo se encuentra Lagos del Furioso, una hostería boutique que estuvo abandonada por quince años y en 2020 dos amigos la refaccionaron y la pusieron en operaciones, en plena pandemia. La hostería sirve de base para descansar, disfrutar de su cocina y conocer las atracciones cercanas, como los cañones del Río Oro y del Río Furioso, y el cerro San Lorenzo. Allí también se puede recorrer las playas secretas de la península.



En ese punto se pueden elegir entre dos opciones: tomar la ruta 39 hacia el este, para ir a Bajo Caracoles y salir a la 40, o seguir bajando por la recientemente inaugurada Ruta 41 Sur. Ese camino conduce al Parque Nacional Perito Moreno, para lo cual se recomienda no sólo una dosis de espíritu aventurero sino también una doble rueda de auxilio o ir en dos vehículos. En el parque hay senderos únicos y refugios para pasar la noche rodeados de altas cumbres y ventisqueros. Dentro del Parque también se encuentra la Estancia La Oriental, único alojamiento dentro del predio. La propiedad que se erige desde el año 1969 es de Eduardo Lada, hijo del fundador. Originalmente la familia se dedicó a la actividad ganadera pero cuando en el año 1990 erupcionó el volcán Hudson, la zona se reconvirtió al turismo. Desde entonces la hostería recibe a los visitantes que llegan a ese lugar apartado de los circuitos más explotados por la industria. Los atardeceres, aseguran, son uno de los espectáculos más bellos, únicos en el mundo.



Luego de visitar el Parque Perito Moreno se puede seguir por la ruta 37 hasta Las Horquetas, que permite retomar la ruta 40 y continuar el viaje por caminos más tradicionales. Daniela Chueke Perles- lanacion.com.ar


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