Historias de Patagonia: Tres Plumas

Como el nombre del licor que lleva añares vendiéndose en Argentina. Tres plumas que dejaron su huella en Río Gallegos. Testigos y cronistas de episodios históricos en la Santa Cruz Territorial y en la que nacería como provincia, allá por el 58.

* Mario Novack 



José María Borrero, español, abogado, combativo. Una eximia destreza para retratar en los diarios de la época los episodios más crueles que sucedieron en estas latitudes. Las huelgas de la Patagonia Trágica, tal como él lo retratara en sus escritos.



A Diego León Menes le tocó igualmente ser contemporáneo de Borrero, pero fallecería unos años antes. Relevante su actuación en la primera década del siglo pasado, con la apertura de su diario “El Antártico”, donde denunció cuanta injusticia se producía en la capital territorial.



Finalmente, José Oscar Arverás, un eximio poeta que trabajó en los mejores medios gráficos del país como periodista y columnista también fue testigo y cronista de la provincialización y de la destitución del primer gobernador de Santa Cruz, el Dr. Mario Castulo Paradelo.



Tres hombres con historia. Tres periodistas con una enorme calidad y compromiso con la comunidad. Dos de ellos eran españoles de nacimiento  - Borrero y Meneses – mientras que Arverás si  bien era argentino tenía una ascendencia vasca, tal como lo recuerdan sus colegas y amigos.



Pero el orden de llegada a estas tierras australes lo ubica a Diego León Meneses en primer lugar y será poseedor de uno de los diarios más testimoniales de la naciente Santa Cruz.



Diego León Meneses se casó, en el año 1904, con la bisabuela del expresidente Néstor Kirchner, que había enviudado joven en la provincia de La Pampa y era madre de tres hijos. Meneses se hizo cargo de Carlos, Claudio y Josefina que llegaron siendo menores a Río Gallegos.



Luego nacerían Paquita, Diego, María y Natividad Meneses. Don Diego había tomado partido por las luchas de la Sociedad Obrera. A poco de finalizar la primer huelga, su imprenta – La Antártica – donde los obreros imprimían sus volantes fue allanada en octubre de 1920 y destruída toda su propaganda. Esta folletería incluía la denuncia de los procedimientos del gobernador Correa Falcón y su jefe de Policía. Meneses terminó en esos días en la cárcel..



 El Juez Letrado del Territorio, Ismael Viñas, quien inició un juicio por defraudación al fisco contra uno de los más poderosos establecimientos ganaderos: “The Monte Dinero Sheep Farming Company”; embestida que siguió contra “The San Julián Sheep Farming Company” acusándola de posesión indebida de los bienes de Donald Munro quien murió y al no tener herederos sus bienes debían pasar al dominio del Consejo Nacional de Educación y aquella compañía se apropió.



Al quedar vacantes los bienes de Donald Munro, el periodista denunció valientemente la apropiación de estas tierras por parte de una Sociedad de capitales británicos. Los fundamentos del rechazo judicial son insólitas, cuando señala que desestima  su denuncia porque la justicia ya conocía el hecho por varios conductos. 



Sostiene además que debe citarse a Meneses para que tome la intervención que corresponda en estas actuaciones , dado que a su nombre lo hace otra persona, sin que consten en autos los recaudos correspondientes.



Esos campos conforman hoy un enorme establecimiento denominado Estancia Coronel del grupo italiano Benetton y donde en cercanías de San Julián fueran descubiertas las ruinas de la Colonia de Floridablanca, un efímero intento de poblamiento por parte de la corona española en el año 1780.



Meneses había iniciado la actividad periodística en el año 1903, cuando a fines del mismo llegarían las maquinas en las que se imprimía el Semanario “El Antártico”, de amplia y recordada trayectoria.



  Fue arrestado por defender los derechos de los obreros ante la explotación, emergiendo su vena anarquista,  ideología por la cual debió soportar varias detenciones. Paradójicamente terminaba en la cárcel, esa misma en la que no le permitían  impartir clases a los reclusos, porque lo consideraban un “hombre de ideas avanzadas”, tal como se definía a los anarquistas en esa época.



José María Borrero



 



Hablar de Jose María Borrero significaría un extenso artículo de enorme riqueza informativa, pero en este caso vamos a destacar los elementos relevantes de su tránsito por Santa Cruz.



Un 11 de abril de 1921 se publica una edición especial del diario La Verdad de Río Gallegos dedicada a una huelga que se estaba desarrollando en el frigorífico Swift de esa ciudad. El director de la publicación es José María Borrero.

La portada tenía como título central la frase siguiente: Crímenes de lesa humanidad, la bajada indicaba que La explotación del hombre por el hombre llevada al máximo grado de refinamiento. Una huelga sin precedentes. Los obreros no piden ni aumento de salario ni disminución de horas de trabajo ¿Qué es lo que piden?.

En las páginas de la edición, Borrero hacía una denuncia descamada de las condiciones de trabajo infrahumanas en las que desempeñaban sus tareas los obreros del establecimiento. En un párrafo, con algunas palabras borroneada, señala que La esclavitud, la gleba, la servidumbre a base de grillos, ataduras y azotes, plagas malditas que asolaron por varios siglos a la humanidad y que hoy sólo se consideran como fantasmas alucinantes, de su existencia real se dudaría, son un pálido reflejo de lo que está sucediendo con los infelices obreros del frigorífico Swift de Río Gallegos, República Argentina; a los que si sólo se le aplicaran tormentos corporales, con los excesos de trabajo en que se los equipara con animales, se los veja y ultraja en la parte más noble y rescatable, en la dignidad humana.

La serie de denuncias protagonizadas por La Verdad llevaron a un destacamento de la marina a destrozar las instalaciones del diario y a golpear a algunos de sus trabajadores. Borrero hará una presentación judicial donde expone la imprenta devastada, la minerva destrozada y 36 cajas de tipografías empasteladas. En el Juicio será citado el alférez de navío Malerba. quien comandó el operativo, que en su disculpa dirá que cumplió ordenes del ministerio de Marina. Los daños fueron valuados en seis mil pesos, pero nunca fueron resarcidos. Ante la imposibilidad de continuar con la publicación, Borrero se dedica a recopilar sus denuncias, que darán la luz en el libro La Patagonia Trágica. Asesinatos, piratería y esclavitud, donde describirá las matanzas de aborígenes en Santa Cruz y Tierra del Fuego, las rebeliones obreras y la sangrienta represión con que las aplastaron, y los ilícitos con que los grandes estancieros acapararon tierras y prosperaron en la región.



 



 



Hablar de Jose María Borrero significaría un extenso artículo de enorme riqueza informativa, pero en este caso vamos a destacar los elementos relevantes de su tránsito por Santa Cruz.



En el año 1919 aparecen en Río Gallegos, Santa Cruz, llevado por asuntos de clientes de la colectividad española. Allí se estableció fundando un diario. Por otro lado La Sociedad Importadora y Exportadora de la Patagonia y la ganadera Menendez Behety, lo nombraron su apoderado general.



Yo tuve la posibilidad de ver los títulos universitarios que poseía, porque un tal Demarco lo acusó de ejercicio ilegal de la profesión y Borrero demostró en el juicio, que jamás había figurado como abogado en los casos que había tramitado, sino simplemente como procurador, profesión para la cual en ese entonces no se necesitaba titulo.Dicha exigencia vino después y como demostró haber ejercido la profesión más de cuatro años – lapso que la ley exigia para conceder ese título yo, en mi calidad de juez, se lo otorgué. Todo el foro de Río Gallegos solicitó, además, que se le otorgara. Lastima que no revalidó su titulo de abogado, creo que lo hizo de bohemio o por orgullo, dado que tenía que aceptar que le costearan el viaje hasta Buenos Aires.



Su vinculación con don Hipólito Irigoyen determinó que no publicara la segunda parte de la Patagonia Trágica, llamada Orgía de Sangre. Sus papeles, sus documentos, le fueron robados de sus baules, cuando murió en el Hospital Muñiz, el 21 de enero de 1931, de tuberculosis según su partida de defunción Nº 74, Sección 2º.



Estos conceptos son escritos por el ex juez federal en Santa Cruz. Dr. Ismael Viñas en el prólogo de la segunda edición de “La Patagonia Trágica” de José María Borrero.



Jose María Borrero fue un actor fundamental en esos episodios, asesorando a los dirigentes obreros y actuando como eximio orador. Se lo recuerda como alguien con un grado de compromiso admirable, según el testimonio mayoritario de los protagonistas de la época.



José Oscar Arverás



Existió en el nacimiento de la provincia como tal un diario denominado “El País” y era dirigido por un periodista ya renombrado como José “Pepe” Arveras. El amigo Mario Marazzi que también trabajo en el diario lo recuerda siempre como alguien de superlativa capacidad literaria.



La prueba más cabal es haber leído no sólo las crónicas del diario que duraría lo que el mandato de Mario Castulo Paradelo y que tuviera accidentada existencia.



Fue sin dudas el soporte de un gobernador que no contaba con los medios a su favor y un canibalismo político que llevó a su destitución por parte de la Camara de Diputados provincial.



Más que las crónicas queremos destacar una de sus poesías, de excelente nivel:



Lo que nunca diremos - José O. Arverás



 



¿…y yo que hago?  me dije, y nada pude contestarme, 



porque no hago nada más que versos…y eso es poco. (Anónimo)



 



Le dije al labrador. - ¿Qué haces, hermano?

- Rompo la tierra, dijo, luego siembro,

y a la vuelta del año lleno un carro

con maduras espigas y deseos.



Le dije al forjador: - ¿Qué haces, hermano?

Y descansando el hierro sobre el hierro,

la paz celeste de sus ojos francos

depositó en mis ojos el silencio.

Le dije al tejedor: - ¿Qué haces, hermano?

Y sin romper la línea del estrépito

- Labor de araña  dijo, señalando

los telares que viven de sus sueños.



Le dije al fundidor: - ¿Qué haces, hermano?

El cerró la compuerta de sus fuegos.

Sonrió. Y sus voz de chispas dijo el salmo

victorioso: -¡Trabajo, compañero!



- ¿Qué haces, hermano? dije al artesano.

- Una caja de pino para un muerto.

Perfumadas espiras le brotaron

sobre su mano siempre de regreso.



El labriego, el herrero, el artesano,

el tejedor, el fundidor dijeron

con su palabra simple, del trabajo,

lo que nunca diremos con un verso.



 



De “Regreso  de la esperanza”



 



Cercanos a cumplir los 30 años de su muerte estaremos desarrollando con mayor extensión una semblanza de alguien que vivió y escribió en la convulsionada Santa Cruz que amanecía a la vida como provincia.



Agradecimiento a Luis Milton Ibarra Philemón por las fotos del cementerio y el libro de Meneses.


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