Historias de Patagonia: El “Pibe Ernesto”

“Otra vez este tipo..?. Que hizo ahora sargento..? , pregunta alterado el comisario inspector Diego Ritchie, por entonces Jefe de la Policía del Territorio Nacional de Santa Cruz al sargento Jesús Sánchez.

*Mario Novack 



El subalterno traga saliva y responde “el pibe Ernesto, parece que ha sido el autor de un robo seguido de muerte. El año pasado lo detuvimos por robo, pero este caso es más pesado”. Se refieren a un personaje de la noche, músico, autor y destacado hombre del tango llamado Ernesto Ponzio.



 “Este hombre llegó de Buenos Aires el año pasado y enseguida nomás armó un prostíbulo donde mezcla todo: música, tragos y prostitutas”, acota el sargento Sanchez. “Parece que usted sabe bastante de eso. Ya veo que no lo afectó la patada en los testículos que le aplicó la viuda Martínez en la manifestación anarquista”, acota socarronamente el comisario Nicolía Jameson, un policía muy poco querido por los obreros por su actitud “garroteadora.



“Este manyín digo hombre, corrige el sargento, tiene antecedentes por robo y lesiones en otros lugares del país y ahora este caso acá en Río Gallegos”. El comisario Ritchie más preocupado por los llamados del gobernador García Falcón por los conflictos con la Sociedad Obrera ordena al comisario Jameson “ sígalo usted y manténgame informado. Tenga cuidado por el ambiente es pesado.”





La crónica policial dirá que “en circunstancias que se tratan de establecer esta madrugada del 8 de septiembre de 1920 fue muerto de un balazo en el pecho un sujeto conocido como Cirilo Márquez, de profesión jornalero y demás datos que se procuran conocer. Por el hecho fue detenido Ernesto Ponzio, músico y comerciante”



Han pasado pocas horas cuando se presenta en la dependencia policial el abogado Eduardo Coraminas, letrado que asumirá la defensa de Ponzio. “Fue en defensa propia”, arremete el abogado tratando de apurar a Jameson. El policía lo mira y responde “que lo determine el juez”. El letrado sonríe y responde “el juez es Ismael Viñas y tenemos buena llegada”.



En efecto a las pocas horas Ernesto “El Pibe” Ponzio recupera la libertad con el proceso judicial en marcha. “Vea Ernesto, dice el abogado Coraminas, es aconsejable que cambie de aire y nos deje manejar su caso tranquilo”



Efectivamente Ponzio cambió de aires, marchandose a Chubut, donde casi dos años más tarde el 8 de marzo de 1922, fue detenido en Rawson por robo seguido de muerte repitiendo lo ocurrido en Río Gallegos.



Pero quien era este controvertido personaje de la música tanguera que tantas creaciones le entregó a ese género musical. Su biografía indica que El pibe Ernesto, como se lo conoció en aquellos ambientes tumultuosos del tango a Ernesto Ponzio, el violinista de  fama entre los protagonistas de la música popular, los tangueros del novecientos. Venía de familia de músicos, comenzando por su padre napolitano, que precisamente falleció sobre un escenario, tocando el arpa. Su tío Vicente, fue un músico reconocido y quien lo introdujera en aquel tango bravío que se bailaba en lo de Hansen.



Manuel Castro, escritor que semblanteaba de manera precisa los ambientes de su época, aquellos bailongos canyengues de la glorieta de Hansen, El Tambito o El Quiosquito, escribía, a propósito:



-Nunca vimos bailes de concurrencia más abigarrada y dispar: endomingadas chinitas de los alrededores y rubias francesas del Royal o el Petit Salón, milicos y cosacos de los cuarteles, vecinos en traje de particular, pesados arrabaleros y niños bien.                





                   



Esta mescolanza de personajes produjo también los altercados que provocaban las patotas, por la competencia tanguera, las disputas entre varones por las hembras más valoradas del ambiente y todo lo que recoge la historia del género. Los músicos sabían que muchas veces se jugaban el tipo en estos ambientes, en lupanares y "casitas" renombradas donde se bailaba el tango con pupilas del lugar.



Ernesto Ponzio, se crió en un barrio pesado, conocido entonces como la Tierra del Fuego, cercano adonde estaba entonces la Penitenciaría Nacional de la calle Las Heras. Aunque estudiaba violín en el Conservatorio Williams, de chico tuvo que enfrentarse a muchachos mayores que se entretenían con grescas continuas y provocaciones.



La calle en la que se crió le enseñó muchas cosas, entre ellas a pelear en desventaja  y a proteger su violín. Porque para él representaba el sustento, desde que falleciera su padre y además de trabajar en cafés, cantinas donde "pasaba el platito" buscando propinas luego de su actuación, también realizó diversos oficios para ayudar a su madre, planchadora, y a sus cuatro hermanos.                                 



Genaro Vázquez, violinista, lo orientó y su primer trío acaparó elogios. Lo acompañaban el cieguito Aspiazu con la guitarra y Vicente Pecci en flauta. También tocó con Eduardo Arolas y el moreno Leopoldo Thompson en  el Café La Turca, de la Boca. Y dió un soberano paso al frente cuando estrenó su famosísimo tango Don Juan, dedicado al dueño de un local donde actuaba. Este tango tuvo antes dos títulos, primero El panzudo y luego Mozos guapos, al que le adosó unos versos Alfredo Gobbi (p). Ricardo J. Podestá, retratando al personaje de marras, en la segunda versión de 



Don Juan le pondría letra:



También compondría Ponzio otros temas de gancho como Ataniche, dedicado a una dama de alto vuelo que recorría en  carruaje, los lugares donde se bailaba tango. El título, al vesre quería desmitificar la prosapia de dicha mujer: Che Anita. “Quiero papita”, con letra de María Luisa Carnelli, también tuvo recorrido. Avellaneda, Caradura, La milonga de mi barrio, Trovador de arrabal fueron otras obras suyas.







Ernesto Ponzio hizo largas giras por la provincia y estando en Rosario, protagonizó un hecho lamentable. Ocurrió en el barrio de Pichincha, célebre por sus escándalos nocturnos, refriegas y prostitución, en 1924. Había actuado en el cine Mitre y luego concurrió a un garito de la calle Pichincha donde se hacía un asado con vino y juego de taba.  Allí, el Pibe Ernesto se enfrentó con un pesado del lugar, que estaba cargado de alcohol. A él le sucedería algo parecido. Ambos desenfundaron sendas pistolas, y el disparo de Ponzio dio en otra persona que estaba al lado de su rival, Pedro Báez, de largo pronturario, que cayó muerto en el acto.



El famoso violinista fue condenado a veinte años de prisión, pesando en ello sus antecedentes, y lo trasladaron a  la remota prisión de Ushuaia. Tiempo más tarde lo reubicarían en una cárcel de Rosario, adonde su afligida esposa, se mudaría para visitarlo a diario y llevarle ropa limpia y algunos alimentos. Con el tiempo lograría tener "suerte" con sus pedidos de indulto. Su amistad con el caudillo conservador de Avellaneda: Alberto Barceló, a quien le dedicó el tango Don Alberto, le sirvió para que éste moviera sus influencias y podría por fin dejar la cárcel en 1928.                     



Se mudó a Lanús, provincia de Buenos Aires, donde montó un modesto Almacén y cancha de bochas, y allí transcurrieron sus últimos días, junto a su esposa Adela. En 1932 intentó volver a ubicarse en las marquesinas porteñas, formando orquesta con el flautista Juan Carlos Bazán. Pero el tango había evolucionado y la música de Julio De Caro y su sexteto anunciaban el futuro. En la película Tango, se ve fugazmente a Ponzio-Bazán acompañando las florituras de “El Cachafaz” y el canto de Tita Merello. 

Transcurre el mes de octubre de 1934 y en el Territorio Nacional de Santa ya gobernaba con mano férrea el capitán de navío Juan Manuel Gregores y su jefe de Policía era el civil Alfredo Zelayeta, luego reemplazado por el renombrado Eduardo Victoriano Taret.





Precisamente Taret fue quien le informó a su Jefe acerca del fallecimiento del Pibe Ernesto, ocurrido el 21 de octubre de 1934, en la ciudad de Buenos Aires. Dice la crónica que tenía 48 años cuando murió según el informe médico de un aneurisma cardíaco, al igual que su padre que falleció de aneurisma, pero cerebral. Numerosos músicos y cantantes hicieron llegar sus condolencias a la familia del músico.



Eduardo Victoriano Taret recuerda haber escuchado en uno de sus viajes a Buenos Aires la máxima creación del pibe Ernesto, el tango Don Juan y como tiene la letra lo empieza a tararear.



Don Juan



En el tango soy tan taura  

que, cuando hago un doble corte,  

corre la voz por el norte  

si es que me encuentro en el sud,  

y pa' bailar la Yuyeta  

si es que me visto a la moda,  

la gente me dice toda :  

"Dios le de, Dios le de vida y salud".



Cala, che, cala;  

siga el piano, che;  

dese cuenta uste  

y después dirá  

si con este taita  

podrán por el norte...  

cala, che, que corte!  

cala, che, cala! 



No hay teatro que no conozca  

pues hasta soy medio artista  

y luego tengo una vista  

que hasta dicen que soy luz,  

y la forma de mi cuerpo,  

arreglada a mi vestido,  

me hace mozo muy querido,  

lo juro, lo juro por esta cruz.



Cala, che, cala;  

siga el piano, che;  

dese cuenta uste  

y después dirá  

si con este taita  

podrán por el norte...  

cala, che, que corte!  

cala, che, cala!



Yo soy el taita del barrio...  

preguntaselo a cualquiera...  

No es esta la vez primera  

en que me han de conocer...  

Yo vivo por San Cristóbal;  

me llaman Don Juan Cabello.  

Anóteselo en el cuello  

y ahí va, ahí va si me quieren ver.



Letra: Ricardo J. Podestá.  

Música: Ernesto Ponzio ("el Pibe Ernesto").  

Año: 1914. 


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