Historias de Patagonia: El gobernador Lobo y la represión obrera

“A todos esos revoltosos de San Julián métanle palo nomás, así aprenden lo que es el orden”, decía casi fuera de sí el coronel César Lobo por entonces gobernador del Territorio Nacional de Santa Cruz. 

*Mario Novack 



Este militar salteño hombre de mano dura había llegado a la gobernación santacruceña para asumir, un 25 de mayo de 1913, la titularidad del Poder Ejecutivo santacruceño. 



Lobo había nacido en San Ramón de la Nueva Orán (provincia de Salta) en 1857 y cuando cumplió los quince años ingresó como cadete en la comandancia en jefe de la Frontera de Salta.



Tres años más tarde, el 23 de marzo de 1875 es ascendido a teniente segundo , en agosto del año siguiente a teniente primero y tras sucesivos ascensos es graduado como coronel un 27 de julio de 1890.



Considerado un “duro” en materia militar, el coronel Lobo recibió medalla de plata por la campaña del Río Negro mediante Ley del 27 de abril de 1881 y medalla de oro por su expedición al Chaco, como lo indica la Ley del 7 de agosto de 1888.



Ese territorio inexpugnable e impenetrable fue denominado en términos estratégicos como “el desierto del norte”. La tarea de conquista y reducción de los pueblos originarios comenzó con la avanzada del Ejército Argentino al mando del general Benjamín Victorica en 1884 inaugurándose una nueva modalidad de exploración, signada por el intento sistemático de avanzar sobre el territorio indígena y de establecer colonias "civilizadoras" fuertemente militarizadas, conformadas por extranjeros e indígenas sometidos. 





Victorica participó en la Guerra de la Triple Alianza como secretario de Guerra, en la Conquista del Desierto como ministro de Guerra, y comandó la llamada Conquista del Chaco (1881–1884), una guerra contra los pueblos originarios que habitaban la región chaqueña austral con el fin de anexar esos territorios a la Nación Argentina. En esta incursión fundó dos de los primeros pueblos de la futura provincia del Chaco: Puerto Bermejo y Presidencia Roca.



En la fundación de esta última tuvo lugar un célebre hecho, cuando para coronar el acto de fundación resolvió incrustar en el mástil que sostenía la bandera la cabeza del cacique toba Yaloschi, quien había asolado las poblaciones blancas de la zona, frente a los soldados y a los propios indígenas que participaron del acto.



En su diario Victorica explicó:



“Para saludar el estandarte nacional de la expedición, terminada nuestra campaña, le enastamos en la lanza sangrienta del último cacique toba que pagó con su vida el delito de haber asaltado a uno de nuestros soldados”



Diario de Benjamín Victorica



En 1894 fue miembro de la Academia de Derecho bajo el decanato de Amancio Alcorta. La ciudad de Victorica fundada en 1882, en la provincia de La Pampa, tiene su origen en el Fuerte General Benjamín Victorica, llamado así en su honor, entonces a cargo del Ministerio de Guerra.



Es por ello que el coronel Lobo pondría en acción ese modo de conducirse ante quienes desafiaban el atropello de los poderosos  y las autoridades. El siglo 20 se iniciaba plagado de conflictos en todo el mundo y nuestro país no sería una excepción. La llegada de numerosos contingentes de inmigrantes que abrazaban la idea del anarquismo fue haciendo escalar la tensión social.



Hasta que en los primeros días de noviembre del año 1914 un anarquista español de la región de Asturias, llamado Fernando Solano Palacio desafió el poder constituido y decidió pasar a la acción en la pequeña San Julián.



“Deben entender los patrones que hay condiciones mínimas de dignidad que el obrero merece”, planteaba el dirigente de un modo enérgico y desafiante ante los peones rurales, estibadores, playeros y todo otro trabajador que aplaudía la intervención de los sindicatos ante las injusticias y los atropellos.





Solano Palacio llegó temprano a San Julián y preguntó enseguida por el delegado de la Sociedad Obrera, Juan De Dios Figueroa un chileno que tenía una carpintería propia en la pequeña población. 



“Siete leguas a caballo amigo Fernando”, le advirtió en un durísimo español Mateo Giubetich un obrero anarquistas, transformado en su compañero de ruta. Mientras cabalgaban  ambos conversaban sobre sus historias personales. Mateo era croata y había elegido este lugar en el mundo para probar suerte. A los europeos les ha ido muy bien aquí, dijo Fernando, pensando en los muchos que tenían estancias con gran cantidad de animales. Los guanacos espantados interrumpieron la charla. A lo lejos comenzaba a divisarse el casco de la Estancia “Mata Grande”. 



Esta estancia es de un inglés.…un tal Guillermo Patterson  dijo Mateo…poblaron acá en 1892 y se nota que les vá muy  bien..Fernando lo miró y se quedó meditando …”como nos recibirá Patterson” se preguntó en voz alta. A su lado Giubetich comenzó a enumerar los reclamos y denuncias de los peones ,  indicando que “hay que armar un escrito para entregarle al patrón”.



A poco de desensillar se dirigieron a la casa principal para reunirse con Patterson , y le entregaron el siguiente petitorio:



1.-Los obreros rurales no pagaran más la comida. 



2.- El patrón no cobrara los peines y cortantes que se destruyen durante la esquila



3.- El pago del médico será voluntario, es decir, que ese pago no sea obligación de los peones. 



4.- Para los carreros 85 pesos mensuales y la comida.



5.- Los esquiladores deberán recibir la comida gratis.



El estanciero los escuchó, pero su respuesta fue negativa, intimándolos a ambos para que abandonen el campo. Los anarquistas se resisten. Solano Palacio que lleva la voz cantante le dice que no se irá y que hablará con los peones.



Llega la noche y Solano Palacio comienza a desplegar su oratoria arengando a la huelga “para que se escuche nuestro reclamo y se logre lo peticionado”. Al amanecer, la huelga está declarada, pero también está echada la suerte de los sindicalistas. Ambos son detenidos y sometidos a proceso judicial.



Sin embargo, los peones se siguen movilizando y la huelga se extiende a otras dos estancias “Los Manantiales” de Kemp y “Florida Negra” de Hobbs. Esta medida paraliza la tarea de esquila en esa zona y se propicia la llegada de esquiladores desde Buenos Aires, por barco, para romper la huelga.



Los rompehuelgas fueron recibidos a balazos en el momento de su desembarco, pese a ser custodiados por la policía. En medio de un feroz tiroteo, algo inusitado para esa localidad, los anarquistas son dispersados y comienza luego un operativo de detención de 68 huelguistas.



Aquí está lo llamativo de la nacionalidad de cada uno de ellos: cuarenta españoles, veinte chilenos, un inglés, un ruso, un italiano y cuatro argentinos, demostrando lo heterogéneo del componente poblacional.



En tanto, el juez notifica a Solano Palacio y Giubetich que se les aplica la ley de Defensa Nacional  (ley anti-anarquistas ), un año de prisión y un embargo de sus bienes por 1.000 pesos, en pago por los perjuicios sufridos por los estancieros.



Solano Palacio debe abandonar el país, siendo uno de los 78 trabajadores a quienes se les aplica la Ley de Defensa Social y son expulsados del país. Mientras en Buenos Aires con la presión de los hechos que fueron ventilados públicamente el ministro del Interior, Indalecio Gómez decidió investigar la actuación del coronel Lobo en el conflicto. 



No se sabe si presionado por el “ala dura” del gobierno conservador o porque juzgó que no existían excesos no hubo separación del cargo para el gobernador Lobo. La suspensión transitoria duró desde el 27 de marzo al 23 de abril de 1915 y en ese lapso fue reemplazado por el gobernador de Tierra del Fuego, Manuel Fernández Valdez. 





El coronel Cesar Lobo fue gobernador del Territorio Nacional de Santa Cruz hasta el 26 de abril del año 1916. Su fallecimiento se produjo a los 79 años en la ciudad de La Plata, en 1936.



Ese año 1914, del inicio de la Primera Guerra Mundial había sido también el de la declaración de la primera huelga en Río Gallegos. Cuando terminaba el mes de marzo los peones y estibadores de la barraca Amberense se declararon en huelga en contra del maltrato de los peoncitos menores de edad. 



La medida de fuerza, impulsada entre otros por el asturiano Valeriano Fernández fue cumplida de un modo particular, ya que los trabajadores decidieron sentarse en la playa del puerto de espaldas al edificio de la Barraca. Valeriano Fernández es recordado en la historia por haber dado refugio a otro joven asturiano llamado Eulogio Alonso, cuando este decidió volver a Río Gallegos en el comienzo de los fusilamientos en la Estancia “Punta Alta”. Eulogio Alonso, años más tarde propietario de los hoteles “Alonso” y “Covadonga” contaría hasta el final de sus días, que el alemán Otto, uno de los líderes de la protesta le dio a elegir entre “un caballo o un fusil”. Capítulos y personajes de la rica historia de Santa Cruz.

 


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