Historias de Patagonia: Bandidos rurales, los Brunel “azote” del sur

“Dicen que su manjar favorito era lengua cruda de yegua, que lo mataron los indios o que después de salir de prisión se radicó en el Chaco, donde compró un campo”. Quien habla es el paisano Humberto Barría y quien lo escucha con suma atención es el oficial principal Juan Alcaraz, destacado desde hace tiempo en la subcomisaría de Tres Lagos.

*Mario Novack



Por esa zona cabalgaron los hermanos Ascencio y Ricardo Brunel, de quienes se han contado historias rayanas en la leyenda. En especial de Ascencio, a quien los diarios de la época bautizaron como “el azote de la Patagonia”.



Pero quien fue en realidad aquel hombre ?. Se sabe que había nacido en la Republica Oriental del Uruguay y como otros gauchos recaló en Malvinas, como escala previa de su llegada a nuestro país y en particular al entonces Territorio Nacional de Santa Cruz.



“Al parecer la perdición de Ascencio eran las mujeres, a la luz de antiguos episodios registrados en su joven vida. Tan así es que luego de llegar a Punta Arenas desde Malvinas, en el año 1888 debió huir luego de cometer un crimen pasional. Dicen que un marido celoso lo atacó y debió defenderse matando al agresor.



Para concretar su rápida fuga agarró dos caballos y se vino para la Argentina, más concretamente a Santa Cruz. Este hecho lo marcaría para siempre, ya que comenzó a ser un fugitivo de los carabineros chilenos y poco faltaría para que también lo persiguieran gendarmes y policías en Argentina.



Es sin lugar a dudas uno de los bandidos rurales, sobre quien más se ha escrito en la Patagonia y completa junto con Juan Bautista Vairoleto, Isidro Velázquez y Vicente Gauna esa conjunción de hombres fuera de la ley que alcanzaron la categoría de “leyenda popular”.





Una vez estando preso en Ushuaia le contó su vida o parte de ella a un juez deseoso de establecer la verdad. Brunel le habría confesado: “Fueron las policías chileno y argentina –afirmaba– quienes me encauzaron por esta vía. Yo era un mozo joven atrevido y capaz, y carabineros y comisarios me mandaban alternadamente a uno y otro lado de la frontera para robar caballos por su cuenta, ya que siempre carecían de los necesarios para realizar sus recorridas. La policía argentina me enviaba a territorio chileno y la chilena al argentino. Ambas corrían a parejas en cuanto a las recompensas ofrecidas que prometían y nunca cumplían: Cuando les traía regalos que codiciaban, me cosían a palos y azotes, cuando no”.



El principal Alcaraz se queda pensando en el relato del paisano Barría, mientras se toma unos mates y mira el atardecer en Tres Lagos, en el medio de la estepa santacruceña. Esos tres lagos que le dan nombre a la pequeña población son el San Martín, el Tar y el Viedma, donde precisamente fue asesinado el ganadero alemán Máximo Vollmer, crimen que le fue atribuido y por el cual fue intensamente perseguido y finalmente detenido.



Preso en Chubut,  Ascencio Brunel buscó contactarse con periodistas para exponer su versión de los hechos. El corresponsal de La Nación en Rawson no lo pensó dos veces. Trató de entrevistarlo por el crimen que se le atribuía y consumado en el territorio de Santa Cruz donde las policías lo habían perseguido inútilmente. El viernes 19 de noviembre de 1904 el telegrama que llegó a la redacción de la calle San Martín -donde entonces funcionaba La Nación-, decía que "el célebre bandolero Brunel, con quien conversé, me dijo que es completamente incierto que él fuera autor principal del asesinato del comerciante alemán que hace poco tiempo se consumó en el territorio de Santa Cruz, dando motivo de una reclamación del ministro de la misma nación. Cree Brunel que los autores son los sujetos Víctor Sepúlveda, prendido en Río Negro (a quien también más tarde se le atribuiría la muerte de Astete), Domingo Santos, Presentación Heredia y Manuel Córdoba. Los dos últimos son desertores del primero de línea. El único delito del que Brunel se declara autor es el de abigeato".



Se lo creyó muerto más de una vez, la más comentada fue un relato que hace Habiendo vendido mi rancho y el derecho al campo que ocupaba en Cerro Cazador (Long Jack era cazador, y de ahí el nombre del Cerro), me encontraba pasando el invierno en la comisaría de Tres Pasos (cerca de Última Esperanza), a la espera de juntarme con alguien que tuviera por rumbo la región de los lagos. Cualquiera de éstos, el lago Argentino, Viedma o San Martín, eran para mí como tierra prometida.



Cierta madrugada vimos llegar una cabalgata de cinco jinetes, quienes traían un herido, que a primera vista parecía cadáver. Se trataba de un hombre semidesnudo, semiescarchado, en estado preagónico, sin señas de vida.



El comisario, furioso por el trabajo en perspectiva, los recibió en forma destemplada, pero luego tuvo que admitir como verídicas sus declaraciones, pues todos eran personas de responsabilidad, estancieros o vecinos conocidos, entre ellos el ganadero holandés Jack van den Hayden, más conocido como Long Jack.





Según se supo después, Brunel había sido baleado por los integrantes de una partida de ganaderos y peones de una estancia donde se habían registrado casos de cuatrerismo. Se lo creyó muerto, pero a pesar de los cinco balazos sobrevivió a esa balacera.



Una de las últimas veces que se habló de su muerte fue luego de un episodio registrado en Chubut,  en los toldos del jefe tehuelche Kankel tiempo después de haberse robado a una “chinita” joven y bella, a la que devolvió a la semana, sin que ella por miedo o simpatía se negó a informar sobre el escondite de Ascencio.



Sin embargo el registro histórico lo muestra a Brunel y  a Domingo Santos embarcados en el Transporte 1º de Mayo de la Armada Argentina. Según Andreas  Madsen, Brunel purgó algunos años en la cárcel, en Buenos Aires, donde recibía visitas de admiradores y admiradoras que le regalaban dinero para que se estableciera honradamente, cosa que al parecer hizo en el Chaco.



Esta versión es corroborada también por familiares de Ricardo Brunel, su hermano e integrante de la gavilla de cuatreros. Pero hay una versión escrita y publicada por el baqueano ingles William Greewood, publicada en la obra Patagonia Bravía, donde explica algunos episodios inéditos acerca de los hermanos Brunel.



Sostiene que una partida al mando del capitán Agustín del Castillo relevaba tierras con el objeto de colonizarla en las nacientes del río Gallegos, llevando carpas y caballos para la concreción de la misma.



Estando en la zona, ya que trabajó conmigo durante tres años, Ascencio encuentra varios caballos extraños entre los suyos – no los robó como se dice – ya que ni siquiera sabía quien acampaba en las cercanías.



De todos modos, tomó los animales con la intención de cobrar la recompensa que se ofrecía por haberlos hallado, según era la costumbre. El capitán Del Castillo que andaba buscando a los animales acusó a Brunel de haberlos robado, pero de todas maneras lo invitó a unirse al grupo como “campañista” y “guía”, cosa que Ascencio aceptó.



Dicen que a mitad de camino de la expedición, aparecieron su hermano Ricardo Brunel y un chileno llamado Anacleto y su señora que se sumaron al grupo. Parece que al reclamar Ascencio el pago de los servicios, el capitán se rió y amanezó con denunciarlo por robo.



Esa fue la gota que colmó el vaso, ya que Ascencio decidió abandonar el lugar. No se fue solo, se llevó consigo a su hermano Ricardo, Anacleto, su esposa, el hijo de la pareja y los mejores caballos de los exploradores.



Greenwood hace referencia también a otro de los episodios policiales como fue el asesinato del chileno Anacleto que ya se había sumado al grupo. Al parecer, su atractiva esposa había sido – con anterioridad - novia de cada uno de los hermanos.



Rápidamente los Brunel y Anacleto comenzaron a llevarse mal y ambos – o alguno de ellos decidió matar al chileno y quedarse con su mujer. Es así como muere asesinado Anacleto y Ascencio, tranquilamente se lleva carpa, mujer e hijo y se dirige a Puerto Santa Cruz a denunciar a su hermano Ricardo.





Dice Greewood al final “personalmente no me caben dudas que Ricardo fue el instigador, y promotor del caso, pero ciertamente ambos estaban involucrados. Como haya sido ambos hermanos fueron llevados al cuartel y encerrados allíhasta que se investigara más a fondo”.



La Corte Suprema de Justicia de la Nación absolvió a Ricardo Brunel del crimen de Anacleto, al no encontrar elementos suficientes que permitieran demostrar la culpabilidad de Ricardo en este hecho, absolviéndolo y declarando su libertad.



Por su parte, también el máximo tribunal determinó la inocencia de Ascencio Brunel en un fallo absolutorio, condenándolo únicamente por los delitos de abigeato o cuatrerismo. La historia de Ascencio se resume en esta milonga…



Milonga de los cuatreros



Gaucho nacido oriental



Aquerenciado en Malvinas



Que vine como otros tantos



A poblar esta Argentina



Dicen que un hombre maté



En la Vega del Finado



Desde entonces me persiguen



Policías y soldados



Necesitan ubicarme



Entre el mito y la leyenda



Todo crimen que suceda



Se lo cargan a su cuenta



Hoy está echada mi suerte



Me ha baleado la partida



Me duele más el engaño



Que la piel en esta herida



Yo soy Ascencio Brunel



Cuatrero de caballadas



En Santa Cruz hace tiempo



Que elegí la senda errada



Una celda ya me espera



La historia lo testimonia



No habrá caballo ni fuga



Ni vuelta a la Patagonia



Los medios de la región, en especial el periódico “El Comercial” de Punta Arenas denunciaba airadamente los fallos judiciales que beneficiaron a los Brunel. Un agradecimiento especial a Jorge Martin, por el material suministrado para este artículo.


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