Historias de Patagonia: La huella francesa en la Patagonia Austral

“Pensar que antes éramos revolucionarios y ahora nos transformamos en estancieros” dice Celestino Bousquet, aquel francés desterrado junto a varios compatriotas después de la “Revolución de los Comuneros”, un episodio que quedó en la historia como un ensayo socialista en el siglo diecinueve.

*Mario Novack 



Quien lo escucha es Augusto Guillaume, revolucionario, herrero y hombre de aventuras, a quien el ensayo social-anarco depositó en la América Austral, primero en Punta Arenas y luego en Santa Cruz.



Guillaume había llegado junto a otros compatriotas desterrados, luego del movimiento insurreccional de la Comuna de París que gobernó esa ciudad por casi tres meses y concluyó con una cruenta represión del entonces gobierno de Francia.



La escena transcurre en Guer Aike, un lugar que ambos conocen, pero más lo ha recorrido Celestino por haber sido el fundador de Puerto Gallegos ese rancho convertido en fuerte militar chileno, casi a finales de frebero de 1873 en la zona de Killik Aike Sur, la misma orilla donde se ubica la capital de Santa Cruz.



La foja de servicios de Bousquet tiene párrafos destacados cuando actuaba a las órdenes del gobierno chileno. En el año 1879, la corbeta peruana Unión arribaba a las aguas del estrecho de Magallanes, con no muy buenas intenciones.



En los inicios del conflicto bélico entre Chile, Perú y Bolivia, el buque de guerra peruano Huáscar, capturó al transporte chileno Rimac, apoderándose de valiosa información que le hizo saber la llegada a través del estrecho de Magallanes de dos cargamentos de armas destinados al ejército chileno.



Se ordenó que la Corbeta Unión se dirigiera de inmediato al sur con el fin de interceptar los vapores con la carga de armamento.



El 15 de agosto de 1879, llegó la nave peruana a Punta Arenas enarbolando bandera francesa, para no despertar sospechas. Luego de haber fondeado bajó un bote realizando varias actividades bélicas que fueron observadas con alarma por los habitantes.



Mientras tanto, el gobernador Carlos Word, comisionó a los vecinos Juan Hurtado, Julio Izarnótegui y Celestino Bousquet, para que viajaran a la Primera Angostura para avisar la situación al vapor Genovés, que traía los pertrechos. Lograron cumplir su cometido luego de cabalgar 17 horas a caballo.



Con posterioridad se afincó en Santa Cruz, convirtiéndose en guía, baqueano y ganadero con campos cercanos a Río Gallegos, donde pobló con ganado lanar y vacunos. Se extendió en el negocio ganadero y tuvo concesiones de tierras en territorio chileno, pero sus propiedades quedaron en manos de Mauricio Braun, que de ese modo concretaba un impresionante número de hectáreas en ambas regiones, Magallanes y Santa Cruz..



Entre los hacendados más importantes debemos mencionar a los hermanos Augusto y José Guillaume que llegaron a Punta Arenas en 1873. Se dedicaron a la caza de guanacos y avestruces, la captura de caballos salvajes y el comercio con los indios, convirtiéndose en excelentes baqueanos y auxiliares indispensables de los viajeros de la región. 

En el caso de Augusto lo fue de Lady Florence Dixie en 1878, que da una pésima imagen de él, y de Carlos Moyano en 1880. Acompañó también el arreo organizado por el Tte.Cnel.Vicente Laciar que trasladó exitosamente dos mil quinientos ovinos y cien vacunos desde Fortín Conesa, en las márgenes del Río Negro, hasta Puerto

Deseado entre enero y abril de 1885. 







En la época de la colonización, década de 1890, los dos hermanos se convirtieron en ganaderos y Augusto llegó a poseer 37.469 has. ubicadas en la zona norte del río Santa Cruz y en la de San Julián de las cuales una mitad tenía en arrendamiento y la otra en propiedad. Tuvo permanentes conflictos con sus vecinos, entre ellos con Frank Lewis que lo denunció por querer expulsarlo de la isla de Corpen que era propiedad fiscal en 1906 y luego fue, a su vez, denunciado por Guillaume por robo de animales de su propiedad. 



Pero el conflicto más largo y con más repercusión entre los hacendados de la zona fue el que Augusto mantuvo con su vecino Enrique Jamieson que lo denunció por el permanente robo de su ganado con la intervención de un subordinado suyo. El conflicto alcanzó su pico máximo en junio de 1896 en que Guillaume, presentándose como víctima, logró la detención de Jamieson en la cárcel de Río Gallegos por veinte días y el pago de una elevada multa. Ante esta noticia los pobladores de la zona se movilizaron indignados y lograron la libertad del estanciero.



El conflicto recién terminó con el alejamiento de Guillaume en 1897 cuando se trasladó a poblar "La Julia" al norte del río Santa Cruz. Una calle de la localidad de Comandante Luis Piedrabuena lleva su nombre.

                                             

Antes de ello se instaló en la boca del río Santa Cruz el empresario francés Ernest Rouquad a quien el gobierno nacional le otorgó la autorización para llevar adelante su proyecto de “poblar con colonias agrícolas e industriales dos zonas de terreno, una en la margen derecha y otra sobre la margen izquierda del río Santa Cruz”.



Rouquaud se había radicado en la zona de Avellaneda, desarrollando su actividad industrial basada en distintos subproductos de la ganadería. Luego de conocer a Luis Piedrabuena, se entusiasmó con los relatos del pionero austral, quien le trasmitió las posibilidades de progreso que ofrecían los mares y tierras inexploradas de la Patagonia. El francés se convenció que en el sur había una gran oportunidad; la posibilidad de colonizar tierras y hacer una gran fortuna.



Esas tierras eran entonces parte de las controversias de límites entre Chile y la Argentina. Chile había fundado primero Fuerte Bulnes y luego Punta Arenas, y aspiraba a tener bajo su dominio hasta el río Santa Cruz.



Sólo Piedrabuena le dio al país alguna presencia en la región, con sus viajes, salvatajes, y su instalación en la isla Pavón.

Rouquaud partió con familiares y empleados desde Buenos Aires, en enero de 1872, para instalar una pesquería y una fábrica de aceite de pescado y saladero. La instalación de la factoría le demandó apenas cinco meses.



Según Armando Braun Menéndez: “la expedición llevaba marcado, sin remedio, el sello de varios pecados iniciales: la instalación de una industria en un país desconocido, alejado de todo centro de consumo; sin transporte periódico y seguro; y en el orden internacional –por la circunstancia de establecerse en tierra disputada-, privada de protección de autoridad alguna”. La colonia Rouquaud se desarrolló en el paraje conocido con el nombre de cañadón de Los Misioneros. Los contratiempos se sucedieron. La pesca no rendía, ya que el río torrentoso se llevaba redes y botes y el viento hacía muy difícil la tarea 



El emprendimiento atrajo la atención chilena y el gobierno trasandino envió una poderosa escuadra de barcos de guerra para sostener sus reclamos. También, intentó seducir a Rouquaud con beneficios y prebendas, pero éste sostuvo su compromiso con Buenos Aires. Pero, el proyecto fracasó y el francés retornó a la capital. Tenía la esperanza de cobrar una prometida indemnización que nunca pudo percibir.







La tragedia se llevó la vida de su hijo Pablo, de sólo 17 años, en un accidente en el río, cuando intentó rescatar una embarcación que el viento había llevado a la deriva. 

El hijo mayor Ernesto se quedó para organizar el traslado de todo lo útil que quedaba y trasladarlo a Patagones.



Con el barco "Pascuales Cuartino" se hizo a la mar. Nunca se supo más de ese viaje ni sus tripulantes. Una versión afirma que la nave, años después, fue advertida en Montevideo con algunas modificaciones, pero jamás pudo averiguarse lo ocurrido en aquel viaje del año 1874.



En Buenos Aires, el señor Rouquaud, pobre y desengañado, sólo le quedaban energías para tratar de concretar una reparación, cosa que nunca logró.



En 1912, cuando don Ernesto había fallecido, sus descendientes  presentaron una demanda contra la Nación, que no prosperó por haber prescriptos los derechos. 



Otro caso singular lo constituyó la presencia de un personaje que había sido tonelero en la factoría de Rouquaud en Puerto Santa Cruz. Luego de fracasado el proyecto industrial en el tiempo, Luis Bousquet se estableció en la costa del Río Gallegos, a la espera de alguna posibilidad de desarrollo económico y personal.



Poco se sabe de su historia, sólo que se hacía llamar “gobernador de Río Gallegos, según citó en sus memorias el comandante Luis Piedrabuena.



Entre los franceses residentes en la ciudad de Río Gallegos debemos destacar a Silvano Picard que residió en ella desde 1897 dedicándose mayoritariamente a la empresa telefónica de la que fue propietario a partir de 1906 obteniendo un privilegio de exclusividad por diez años para la ciudad y su Departamento. En 1909 extendió la misma con la construcción y explotación de una línea telefónica que desde Río Gallegos pasaba por las estancias del litoral marítimo.  



Esta empresa compraba sus materiales en la vecina Punta Arenas y sus descendientes siguieron con su explotación hasta su expropiación bajo el gobierno de Juan D. Perón. Junto con esta actividad comercial Silvano Picard desarrolló múltiples actividades en Río Gallegos entre las que podemos destacar su designación como vocal del Consejo Escolar de esa ciudad en 1901 y como agente consular de Francia en 1915. Su memoria es recordada con el nombre de una calle en nuestra ciudad. 





Memorias de inmigrantes franceses que llegaron a estas tierras y desarrollaron actividades en el incipiente Territorio Nacional de Santa Cruz.



Fuentes: Milagros Pierini “Los Franceses en Santa Cruz (1880 - 1925): su inserción

en el proceso inmigratorio del Territorio”

Mateo Martinic Beros – “La inmigración francesa en Magallanes”. 


 


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