Historias de Patagonia: Las andanzas del rubio Patiño

“Usted me dice que este delincuente fue carabinero en Chile ?”, pregunta el Comisionado Federal, coronel Abel Miranda al comisario Julio Martínez Torrent, funcionario policial que logró la detención de “ el rubio”, como habitualmente lo llamaban al bandolero chileno Eugenio Patiño Ovando.

*Mario Novack 



 “Y cuando le cuente a que se dedicaban los cómplices, usted se cae de culo señor Delegado”, acota el enfervorizado policía. En realidad la detención no ha resultado ningún mérito en particular, sino que fue consecuencia de las razzias ordenadas por el gobierno del teniente general José Félix Uriburu, que se hizo del gobierno luego de desplazar al presidente electo Hipólito Irigoyen.





“A ver cuénteme quienes son los integrantes y a que se dedican”, inquiere curioso el mandamás del Territorio Nacional de Chubut. “Por lo que estoy leyendo es una banda internacional, porque hay un chileno, un argentino y un boliviano”, acota.



El comisario Martínez Torrent asiente con la cabeza, mientras se prepara para continuar agrandando la sorpresa del gobernador Miranda. “También se sumaron otros ex policías. Pudimos atraparlo en la redada “cayeron cuatreros, chulengueadores (cazadores de guanacos) y muchos hombres que sin domicilio fijo vivían en el ámbito rural realizando tareas ocasionales en el campo”, añade. 



La población rural que hasta entonces había amparado a los bandoleros se volvió temerosa, sobre todo de los interrogatorios violentos y apremiantes, aún para mujeres y niños. Nadie quería ser arrestado y trasladado a Rawson. Más de cien personas fueron detenidas. El testimonio obtenido en Las Plumas lo confirmó: ‘iban todos atados, mujeres, hombres… Se los llevaron a Rawson. 



“Cuando llegó este tipo a la Argentina..? pregunta Miranda. “Le cuento lo que sabemos, porque fue detenido en varias ocasiones por distintos delitos y contravenciones. 



Según los archivos de la fuerza de seguridad, Eugenio Ovando Patiño, alias el Rubio, había nacido en Valdivia en 1901. “No sabía leer aunque las actas policiales aparecen firmadas por él”, afirma el estudio al que recurrimos.



Vino a la Argentina en 1923 y antes, había sido carabinero en su país. En 1924 estuvo en San Martín de los Andes y hasta 1925 en San Carlos de Bariloche, para después concentrar su actuación en Chubut. En su prontuario figuran infracciones al Código Rural, lesiones y robo, ebriedad y varias capturas. Como consecuencia de la última, quedó como interno en la cárcel de Rawson, donde protagonizó un intento de fuga junto a un ruso, pero fue recapturado inmediatamente. 



No alcanzó el nivel de leyenda de Ascencio Brunel o Juan Bautista Vairoletto, cuyas acciones fueron destacadas por los diarios de Buenos Aires. Algunas “agrandadas” en el afán de crear un personaje que conmoviera a los lectores de la urbe central.



Como siempre en estos casos, los datos de la realidad se confunden con la riqueza de la tradición popular pero además, al parecer hubo una tendencia oficial a sobredimensionar su trascendencia. 



Ana María Troncoso docente e investigadora de la Universidad Nacional de la Patagonia, aclara que “los bandoleros acostumbraban a robar almacenes. Actas policiales consignan que en “los hechos de la Católica robaron ropa, dos sacos de medias, mantas, impermeables 6 juegos de sábanas, bombachas, 14 tarros de duraznos, 8 lata de dulce de membrillo, 80 pares de zapatillas y un Colt” mientras que “a Sastre le robaron un facón de plata, un par de espuelas de plata con incrustaciones de oro, una montura, un traje, 2 frazadas y un poncho fino. Y a Fernández, Emiliano: tres cueros, un cojinillo de hilo negro, un poncho, un par de bastos y un par de estribos”.



Las cosas sucedieron algo menos de 100 años atrás. “En la época en que se desenvolvió la banda que integró Eugenio Ovando Patiño, no se distinguían claramente las jurisdicciones de los Territorios Nacionales de Chubut y Río Negro, siendo la meseta un espacio de límites ambiguos y no reconocidos por los pobladores, y en pocas oportunidades por las autoridades. La zona de actividad de Patiño y sus compañeros fue la meseta de Somuncurá y sus alrededores, que se ubica en el centro y norte de la provincia de Chubut, y centro sur de la provincia de Río Negro”, introduce el texto de Troncoso.



“En los años 20 y 30, la población rural de la meseta estaba integrada por familias asentadas en lotes pequeños dedicados a la cría de ovejas, en general, con tenencia precaria, puesteros y peones. Estos pobladores eran en su mayoría de origen chileno, que se instalaron en las zonas menos apetecidas y de menor rendimiento económico”, completa. Como más o menos se sabe, “era un mundo violento, puesto que la fuerza era generalmente la forma de regular las relaciones sociales, ante la ausencia de otras fuerzas reguladoras. Era común la pelea a cuchillo, y el alegato de la defensa propia; el alcoholismo fue un mal frecuente entre los pobladores y la misma Policía. Toda la población estaba armada, con cuchillos y/o armas de fuego”. Nada que envidiarle al Far West.



“A grandes rasgos éste era el espacio en que actuaron Patiño y sus compañeros”, concluía la investigadora. Pero “en la actualidad (casi 20 años atrás) este hombre es frecuentemente evocado, y ello ha llevado a la construcción de nuevos relatos sobre su persona, su actividad, y sus objetivos: el bandolero fue reconstruido con fines que suponemos, y otros que no podemos dilucidar.



Por ejemplo, Patiño no fue jefe permanente del grupo, sin embargo el referente para los pobladores y para la Policía fue Patiño, es decir, parece un liderazgo creado desde afuera y válido para los actores externos al grupo, y no para el grupo de bandidos. El relato de la Policía, muchos años después, engrandece aún más el protagonismo de Patiño, siendo título de las notas de una revista de la institución que utilizo como fuente”, ilustraba.



Para poner fin a sus andanzas, “Patiño fue perseguido por diversas comisiones policiales junto a José Cecilio Troncoso y Aquilino Justiniano. Ambos se habían desempeñado como policías (y recordemos, Patiño como carabinero en Chile). 



Al parecer era una delgada línea la que separaba la legalidad de la ilegalidad”, especulaba la investigadora. “Muchos policías se alistaban como tales porque eran infractores a la ley de servicio militar y esta era una forma de redimirse con el Estado. Como puede observarse de los libros de ingresos de personal no eran necesarios muchos requisitos, ni era un trabajo preciado.



Por el contrario se registran como policías personas de diversas nacionalidades (chilenos, uruguayos, ingleses, rusos) y sin considerar su edad o preparación. Allí obtenían un arma, un salario bajo, condiciones muy duras para desempeñarlo y en el caso de quienes enfrentaban la tarea de perseguir a grupos de bandoleros, el riesgo de perder la vida”.



Tiempos difíciles de poblamiento, de usurpaciones de tierras, de resentimientos de los pequeños productores y habitantes originarios, ante el despojo de los poderosos y los excesos de la Policía.   Nace el “bandolero social”, aquel que ante el atropello enfrenta a los poderosos y distribuye entre los postergados el fruto del botín. 



Los registros judiciales de la actual provincia de Chubut testimonian tres actuaciones judiciales que tienen como protagonistas al “rubio” Ovando Patiño. En la primera de ellas fue absuelto junto a los integrantes de su banda de los delitos de “robo y violación de domicilio en el pequeño poblado de Gastre, 



También en ese mismo año, fueron nuevamente detenidos, ahora en la localidad de Tecka, Ovando Patiño,  Justiniano Aquilino, Martin Saavedra y Andrés Coronel Hernández, bajo el cargo de atentado y abuso de armas contra la autoridad cargos de los cuales fueron con posterioridad absueltos, en el año 1931.



Casi un año después se produce la visita del comisario Martínez Torrens a la Casa de Gobierno de Chubut. Quien gobierna ahora es otro uniformado ahora de la dictadura de Agustín.P.Justo, llamado Tesandro Santana.



“No me diga nada….apura Santana…. novedades del rubio Patiño…?. El jefe policial sonríe y añade..” Hubo un enfrentamiento y murieron varios integrantes de su banda como José Espinosa, el boliviano Justiniano Aquilino e Hilario Jaramillo.



“Y con el “rubio Patiño que pasó…?, interroga airado del gobernador. Estuvo prófugo, pero lo tenemos localizado. Su caída es cuestión de algunas horas”, retruca el comisario.



 

Así fue, porque a los tres días del mes de octubre de 1932 era detenido Eugenio Ovando Patiño, bandolero convertido en leyenda por la policía y algunos estancieros y ganaderos de Chubut y la meseta central de Río Negro. 



La historia penitenciaria dice que el ex carabinero de Chile purgó varios años de reclusión en las cárceles de nuestro país.   





 


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